Benita Asas (1931) "...las mujeres de España hemos llegado a la mayoría de edad psicológica. Somos conscientes. Repudiamos las intromisiones en nuestras conciencias. No vivimos de pensamientos prestados. Nos poseemos a nosotras mismas".

Memorando Comisión Constitucional de las Cortes, en apoyo del sufragio de las Mujeres.

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25 DE NOVIEMBRE

25 DE NOVIEMBRE
AUTOR: JAVIER MARTÍN "INVEX"

miércoles, 30 de marzo de 2011

RED FEMINISTA. EL NEOMACHISMO.

El neomachismo




AMPARO RUBIALES 15/01/2010

Nunca pensamos que cuando nuestra democracia se fundamentó, entre otros principios, en la libertad y la igualdad, nos iba a ser más difícil hacer a esta última efectiva y, sin embargo, el miedo a la libertad del que escribió Erich Frömm no era nada comparado con el miedo a la igualdad, más generalizado y resistente.
Los que defendían "los valores" de la sociedad patriarcal, aunque lo razonaran de muy diversas maneras, eran calificados de machistas. Empezaron a estar mal considerados y fueron disminuyendo "de boquilla" los que así se denominaban; pero cuando la igualdad se va haciendo más plena comienzan a formular nuevos argumentos que, supuestamente, no la cuestionan, pero sí su forma de ejercicio, con ideas que, en ocasiones, llegan a parecer incluso "razonables". Parecen distintas de las de siempre aunque, en el fondo, desean lo mismo: la subordinación de las mujeres.
Miguel Lorente, en su libro denominado Los nuevos hombres nuevos. Los miedos de siempre en tiempo de igualdad, sostiene que el género masculino ha urdido nuevas tramas para defender su posición de poder, y éstas se basan en los supuestos problemas que la incorporación de la mujer a la vida activa ha tenido, sobre todo, en el ámbito de las relaciones familiares.
A esta nueva estrategia la denomina posmachismo, por haber nacido, dice, en el contexto de la posmodernidad, y por haber mantenido desde su aparición una cierta distancia respecto a las posiciones clásicas del machismo o del patriarcado. Sin embargo, y aunque me parece absolutamente correcto todo lo que argumenta, creo que es mejor denominar a esta nueva forma de pensamiento como neomachista, porque, cada día más, se está transformando en una nueva ideología que se va extendiendo y que se caracteriza, precisamente, por tener miedo a la igualdad. Es una nueva manera de sostener las posiciones machistas de siempre, pero con nuevos discursos y nuevos contenidos. Nadie se llama hoy abiertamente, por ejemplo, fascista, pero es evidente que hay una nueva manera de serlo, y a éstos se les denomina neofascistas.
Los neomachistas equiparan el feminismo con el machismo, tratando de crear confusión en algo que no puede tenerlo, porque pretenden cosas opuestas: éste la primacía del varón y aquél la igualdad entre mujeres y hombres. La diferencia es tan grande que no merecería la pena ni explicitarla, a no ser porque el neomachismo intenta confundir, para poder mantener mejor sus nuevas posiciones, encaminadas, como siempre, a cuestionar los derechos de las mujeres, su autonomía y la independencia ganada. No cuestionan, dicen, la igualdad, pero sí las consecuencias de su ejercicio; están en contra de la violencia de género pero manifiestan con reiteración, por ejemplo, que hay demasiados casos de denuncias falsas, sin añadir que, si así fuera, se estaría cometiendo un delito que hay que denunciar, como en cualquier otro caso. Hay algún juez que da miedo por las cosas que dice -no quiero ni nombrarlo porque es lo que le gustaría-, pero existen, desgraciadamente, demasiados -también alguna mujer- teóricos del neomachismo que surgen diariamente y que tenemos que desenmascarar como hicimos con los machistas.
Consideran la igualdad como una amenaza, pero no para ellos sino para las relaciones sociales, y lo exacerban en lo más extremo: la violencia de género. El feminismo siempre ha sido ridiculizado y hoy, con nuevas formas, lo vuelve a ser con fuerza. Así, hablan de revancha de género, de feminismo resentido, dogmático o radical, sin más intención que la de volver a "demonizarlo". Son manifestaciones de ese miedo a la igualdad que los neomachistas tratan de extender de diversas maneras: sacralizan, por ejemplo, la lactancia materna, culpabilizando a las madres que no pueden practicarla; hacen responsables a las mujeres de los problemas de los menores, con la teoría del "nido vacío"; y del aborto ni hablemos, parece que es un capricho de algunas. Ninguno de ellos dice que está en contra de la igualdad sino que, por el contrario, afirman que somos las mujeres las que estamos haciendo una sociedad con graves problemas de convivencia como consecuencia directa de nuestra necesidad de ser libres e iguales.
Nunca entendieron que sin igualdad la libertad no existe, y que aquélla o es real o no es igualdad, y la democracia las exige ambas. Las mujeres siempre hemos tenido que alcanzar cosas con las que los hombres ya nacían; nos relegaron al mundo privado y hemos ido conquistando -con muchos años y esfuerzo- parcelas de lo público, pero llevando siempre a cuestas la vida privada. Los hombres, que tenían destinado como propio el mundo público, lo han mantenido, y su incorporación al otro mundo lo está siendo en mucha menor medida, de ahí las resistencias a la igualdad que perviven -pese a lo mucho que hemos avanzado- sobre todo en los países desarrollados, porque en otros muchos todavía siguen con el burka, símbolo de la mayor de las discriminaciones que padecen las mujeres. Tenemos que acabar con todos los burkas del mundo, sabiendo hacer frente con la misma contundencia a los viejos argumentos y a éstos más sutiles del neo-machismo.

domingo, 27 de marzo de 2011

MUJERES QUE CAMBIAN EL MUNDO



http://www.segovia2016.es/portals/0/Mujeres_2011.%20PROGRAMA.pdf

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Cambio en femenino
Vicky Subirana, Amelia Valcárcel y Marifé Santiago abren el Encuentro con Mujeres que transforman el Mundo
ANA SAN ROMUALDO - SEGOVIA | 26/03/2011


“Apuesten por sus sueños. Que no les de miedo soñar; que no les acobarden; que no les manipulen la mente, ni la suya ni la de sus hijos”. Estas palabras de Vicky Subirana, maestra y pedagoga que cambió su vida en Occidente por otra en Nepal, creando escuelas y forjando lo que ella denomina mentes democráticas, pueden resumir la filosofía con la que ayer arrancó en la antigua cárcel de Segovia el primer Encuentro con Mujeres que transforman el Mundo, un encuentro de mujeres que sueñan y que no están dispuestas a dejarse manipular.

Como Vicenta Camacho, hermana del conocido sindicalista y presa por sus ideas políticas en la cárcel de Segovia, que ayer asistía emocionada a la conversión de un espacio de dolor y represión en otro de libertad y de cultura. En recuerdo y homenaje a todas las mujeres y hombres que pasaron por esa situación, el alcalde de la ciudad, Pedro Arahuetes, le entregaba trece rosas rojas.
La emoción de Vicenta Camacho dio paso a una entrevista de la periodista televisiva Mayte Pascual a Vicky Subirana, también conocida como Vicky Sherpa. La amistad y la complicidad entre entrevistadora y entrevistada fue la mejor herramienta para dar a conocer la labor de una mujer que viajó a Nepal “por empatía con el pueblo tibetano, contra el que, como no tiene petróleo, se ha cometido un genocidio a la vista de todo el mundo”, y que lleva allí veinte años.
“Yo había estudiado sobre el budismo y la filosofía oriental, y lo que me encontré fue a esos niños con la barriga hinchada, descalzos, comiendo de la basura y peleando para comer con los perros y las ratas”. Pasados unos días, tuvo una visión que cambiaría su vida: una visión de ella misma creando escuelas para esos niños; y creó la primera escuela; y en ello lleva dos décadas.
Sin perder nunca el sentido del humor, aunque ha tenido que enfrentarse a muchos obstáculos, desde la incomprensión inicial de su familia a las trabas de las clases dirigentes nepalíes, Vicky Subirana explicó el concepto educativo que quiso implantar. “A estas personas les mandamos lo que nos sobra y les construimos escuelas que no son las que nosotros crearíamos aquí para nuestros hijos, escuelas poco preparadas que les siguen condenando al círculo de la pobreza”, subraya, para añadir que su intención fue dar a los hijos de los parias “la educación de los hijos de los embajadores, de los grandes empresarios o de los gobernantes del país”.
Subirana, que lo primero que tuvo que hacer, “una gran lección de humildad”, fue reconocer que sus conocimientos occidentales no le servían allí, de modo que tuvo que “empezar de cero, dejar que otros hiciesen el trabajo y aprender de ellos”, centró su trabajo en que los niños más desfavorecidos creyesen en sus propias oportunidades, en sacar de su cabeza lo que ella llama los tres noes (no puedo, no debo, no me lo merezco) y en erradicar, o al menos atenuar, el sufrimiento y la angustia que les generan situaciones vitales muy complicadas.
Vicky Subirana, cuya vida será llevada al cine próximamente por Icíar Bollaín, se ha enfrentado a muchas dificultades, sobre todo en los últimos tres años, en los que se ha visto amenazada e incluso golpeada por combatir la corrupción de las clases dirigentes nepalíes, pero no pierde la ilusión. Con la colaboración del Gobierno español, su pedagogía se va a implantar en las escuelas públicas de Nepal. Hoy mismo comenzará a formar a los profesores españoles que, desde julio, abordarán esa labor.
Tras la vitalidad de Vicky Subirana, los Encuentros cambiaron de tono para acoger a la filósofa y escritora Amelia Valcárcel, emblema del feminismo español de las últimas décadas, en conversación con otra filósofa y escritora que también se ha distinguido por dar visibilidad a los problemas y a los deseos de avance de las mujeres, Marifé Santiago Bolaños.
Amelia Valcárcel comparó el avance de la mujer en cuanto a derechos y libertades a lo largo de la Historia con un ejército, “que tiene una vanguardia, una gruesa zona media, de mujeres que transitan por esos derechos ya ganados, que los hacen vividos; y una retaguardia también amplia”, de mujeres que, en muchos países de la Tierra, ni siquiera se plantean que puedan ser sujeto de derechos, “mujeres que no saben si la palabra libertad les va a dar de comer”.
Valcárcel destacó que las mujeres españolas de su generación, “ya no tuvimos que pasar lo que la primera estudiante de Bachillerato, en Sevilla, que aguantó dos meses, porque sus compañeros hacían dos filas para escupirla cuando pasaba; o las primeras universitarias, que en 1910 fueron apedreadas a la salida de clase; tampoco tuvimos que luchar por nuestros derechos políticos, porque eso lo hicieron las mujeres en la República, pero nosotras tenemos otro papel en ese avance: nos han dado la llave de un castillo, que está a oscuras y del que no tenemos planos”.
“Nosotras somos una vanguardia distinta, no nos enfrentamos a las cosas enormes que afrontaron las que nos precedieron, pero tenemos que abrir nuevos caminos que ni siquiera conocemos”, explicó Valcárcel, sin olvidar a los millones de mujeres sin derechos en todo el mundo: “cuando a una mujer se la vende en un burdel por un euro, yo valgo un poco más pero no mucho, no podemos abstraernos de ello”.


MARGARITA BARRIENTOS
HAMBRE Y GENEROSIDAD EN LAS CHABOLAS






La vida de Margarita Barrientos nunca fue fácil. Perteneciente a una familia de aborígenes toba, se crió en una mísera choza perdida en el norte de Argentina. Tras la muerte de su madre, siendo apenas una adolescente, Margarita tomó un tren rumbo a Buenos Aires en busca de una oportunidad de progreso. Terminó en un barrio de chabolas de la capital porteña, donde casó y tuvo diez hijos. Un accidente laboral dejó inválido a su marido, lo que obligó a Margarita, que no sabía leer ni escribir, a dedicarse a lo que se conoce como “cirujeo”, la recolección de desperdicios urbanos.
El punto de inflexión en la vida de Margarita llegó en 1996, cuando al volver de trabajar con su carro cargado de basura descubrió que los niños de una vivienda contigua llevaban días sin comer. “Yo traía los restos de pan que recogía de una panadería, así que les dije que vinieran a casa y los senté a la mesa con nosotros”, explica Margarita.
“En la vida siempre hay que dar, por más poco que se tenga, hay que tener compasión por el prójimo. Y esos chicos, Pablo, Rosita, la Chicha, que ahora son adultos y están casados, estaban solos con su abuelo”. 
Un conocido activista social argentino, Juan Carr, descubrió la labor que en silencio estaba realizando Margarita, que cada día daba de comer a más y más niños de Villa Soldati, y empezó a apoyarla. En doce años, el trabajo de esta infatigable luchadora creció exponencialmente. En el comedor Los Piletones, situado frente a su casa, hoy da de comer a más de mil niños cada día. El premio que recibió en 1999, como mujer del año en Argentina, le permitió salir a la luz pública, por lo que recibió ayudas con las que ha puesto en marcha guarderías, clínicas, farmacias, proyectos de microcréditos, para la gente de su barrio. Aquel gesto de solidaridad que tuvo en 1996, aquel acto de amor y generosidad, se ha multiplicado transformando positivamente su propia vida y la de quienes la rodean. 

La crisis financiera que sacudió Argentina en el año 2001 sumergió a más del 55% de la población en la pobreza. Los barrios de chabolas, llamados “Villas Miseria”, crecieron en número de moradores. En la provincia de Buenos Aires hay más e 800 asentamientos marginales, que albergan al 25% de los habitantes de la región.


BELEN QUELET
UN TELÉFONO DE LA ESPERANZA PARA LOS POBRES DE ARGENTINA






Experta en Relaciones Internacionales, Belén lo dejó todo para trabajar junto a la Madre Teresa en centros de India y Filipinas. En los ocho años que al frente de la Red Solidaria, ha recibido más de 180 mil llamadas gracias a las cuales han podido ayudar a 16.500 pacientes con cáncer, 400 enfermos de SIDA, 90 escuelas rurales, 50 personas que esperan ser transplantadas, 140 comedores comunitarios y 335 padres que perdieron a sus hijos.
Suena el teléfono. Belén Quellet lo coge y comienza a tomar apuntes en una libreta. Al otro lado de la línea se encuentra Rubén, un anciano que necesita urgentemente una prótesis de cadera pero que carece de dinero para comprarla. Belén le recomienda una serie de instituciones privadas con las que puede contactar para conseguir la prótesis y le explica de que forma en que debe dirigirse a ellas.
“Cuando una persona está pasando por una situación de angustia, en general no sabe a dónde tiene que ir. Contar con un teléfono en el que te orienten, en el que alguien te escuche al instante, en situaciones así ya es mucho. Te ayuda a calmarte, a ordenar las ideas, a comenzar a recorrer un camino”, afirma Belén. 
Vuelve a sonar el teléfono. Ahora habla con María, una mujer que dirige un comedor infantil situado en la periferia de Buenos Aires. Se han quedado sin recursos para alimentar a los niños. Belén le dice que va a poner un anuncio en un periódico local pidiendo donaciones y que va a contactar con varios supermercados. A lo largo del día las llamadas se suceden. Como consecuencia de la crisis económica del 2001, el 52% de los argentinos se encuentra en la pobreza. 
Pero el objetivo último de Belén va más allá de la gestión diaria de esta ONG. Su meta es que la cultura de la solidaridad prospere entre los argentinos y que, ayudar al prójimo, se convierta en una suerte de acto reflejo. Para ello, no sólo ha conseguido que los principales periódicos del país creen clasificados solidarios, sino que da cursos en escuelas y ayuntamientos sobre la forma en que los vecinos pueden colaborar entre sí ante situaciones de crisis, y ha creado el primer postgrado universitario de su país sobre solidaridad. 

Desde las villas miseria salen cada día decenas de miles de “cartoneros” que luchan por progresar a pesar de todo. Aunque también la cultura de la violencia ha hecho mella en estos asentamientos. Una violencia que está relacionada no sólo con la falta de horizontes, sino con la pasta base de coca, bautizada “paco”, que según el Gobierno de la Provincia de Buenos Aires, es consumida por el 42% de los jóvenes de los barrios de chabolas.



ALISON SARACENA
ORDENADORES PARA LOS DESHEREDADOS DE LA INDIA









Tras la muerte de su ex marido a causa de una repentina enfermedad, al que cuidó hasta los últimos momentos, Alison decidió que daría un nuevo rumbo a su vida. A los cuarenta años de edad miró hacia atrás en el tiempo y recordó los ideales que había perseguido de joven de compromiso social y lucha por un mundo más justo. Entonces lo dejó todo en San Francisco, donde trabajaba como diseñadora de interiores, para viajar a Calcuta y desempeñarse como voluntaria en distintos proyectos para niños de la calle.
En una de estas iniciativas le pidieron que enseñara mecanografía a los alumnos. Como no tenía máquina de escribir, utilizó su ordenador portátil. “Al ver la facilidad con que los chicos aprendían a usar la computadora, comprendí que sería sencillo enseñarles algunas nociones básicas de informática. Y me dije ¿por qué no? ¿Porque son pobres?”, cuenta Alison.
En poco tiempo, pasó de dar clases de informática en diversos hogares a crear su propia escuela, a la que puso el nombre de Uddami, que en hindi quiere decir “superarse, progresar”. El encargado de diseñar el programa de estudios fue Bryan, un informático del Silicon Valley que, seducido por la iniciativa de Alison, también renunció a su vida en los Estados Unidos y se mudó a Calcuta. 
Es tal el éxito que tienen sus escuelas, tantos los niños de origen humilde que han conseguido trabajo en empresas, que Alison se dedica a recorrer la India dando conferencias, explicando el impacto que las nuevas tecnologías pueden tener en la vida de la gente más humilde, ya que se trata de una profesión nueva, que no está atada a la casta, y que resulta un vehículo extraordinario para ascender socialmente. 
Alison siempre comienza sus conferencias hablando de Krishna Rao, un adolescente al que conoció cuando malvivía junto a su familia en las calles de Calcuta. Narra a los asistentes a sus charlas cómo aquel joven fue superando con tesón uno a uno los obstáculos que encontraba en el camino hasta convertirse en lo que es hoy: un reconocido programador de ordenadores que trabaja para una multinacional en Dubai. También les comenta que Krishna le ha comprado una casa a su madre, y que dentro de unos años espera haber ahorrado el dinero suficiente para regresar a la India, abrir su propia empresa de informática, y poder brindar así a otros jóvenes la posibilidad de salir de la pobreza. 
En la ciudad de Calcuta hay 2.011 barrios de chabolas registrados y 3.500 que son considerados ilegales. El promedio de habitantes por habitación es de 13,4 personas. El río Ganges recibe cada minuto 1,1 millones de litros de aguas residuales que en apenas un gramo de heces pueden contener hasta diez millones de virus y un millón de bacterias causantes de enfermedades como cólera, diarrea, fiebre tifoidea, disentería y tracoma. El 65% de quienes son ingresados en los hospitales en la India lo hacen por enfermedades relacionadas con el agua.








MILRED MAHLANGA
SALVAR A LAS NIÑAS DE LA CALLE DE JOHANNESBURGO





En octubre de 2002, Milred Mahlanga creó el primer programa de Sudáfrica para sacar de la calle a adolescentes y niñas de la calle. Perteneciente a la organización Johannesburg Child Welfare Society, este proyecto les ofrece un lugar limpio y seguro donde pasar el día, bañarse y comer. Pero además, les permite asistir a clases para poder terminar la escuela, y acceder a cursos de formación profesional en cocina, informática y costura con vistas a que se puedan ganar la vida en el futuro.
Johannesburgo es una ciudad de notables contrastes sociales. Mientras que en los distritos prósperos del norte se suceden las urbanizaciones de lujo y los centros comerciales, en la zona sur hay barrios de chabolas carentes de agua corriente y luz.
En las calles del centro de esta urbe de siete millones de habitantes, cientos de personas excluidas, relegadas, malviven en las aceras. Entre ellas, las más vulnerables son las mujeres y niñas, ya que Johannesburgo tiene uno de los índices más altos del planeta de abusos sexuales y asesinatos por arma de fuego.
El testimonio de Cristina, una joven rescatada de la calle por Milred Mahlanga, sirve para comprender la importancia de la labor de esta mujer que, a pesar de la escasez de recursos y los peligros que corre al moverse en un ambiente tan marginal, lleva adelante con abnegación y entusiasmo.
“Tengo 18 años, soy de Soweto. Mi madre murió de SIDA y mi padre me pegaba. Por eso me escapé”, explica Cristina. “Cuando llegué a la calle comencé a fumar crack para poder dormir hasta que me hice adicta. La vida era un infierno. Me robaban las cosas. Por la noche venían hombres que se metían entre los cartones en los que dormía y me violaban”.

Situado a 17 kilómetros de Johanesburgo, Kliptown es uno de los asentamientos más miserables de Sudáfrica. Buena parte de sus 40 mil habitantes subsisten en infraviviendas. Uno de los principales problemas que padecen los habitantes de Kliptown es el sida, que parece estar terminando con las generaciones intermedias, dejando solos a niños y ancianos. Hasta el momento, 20 millones de personas han muerto a causa del sida en el África subsahariana y 12 millones de niños se han quedado huérfanos. Sudáfrica es el país del mundo con mayor número de seropositivos.


EUNICE MAHLANGU
ACOGIENDO A LOS HUÉRFANOS DEL SIDA EN SUDÁFRICA






Al frente del Masibambisane Centre for Aids Orphans, Eunice Mahlangu
brinda cobijo, alimentación, salud y educación a más de 180 menores, desde bebés hasta adolescentes, que han perdido a sus padres a causa del sida. Lucha con ahínco para que puedan superar los traumas del pasado y aspirar a un futuro próspero, lejos de la soledad y la miseria.

Asistente social de formación, Eunice Mahlangu, a los 35 años de edad, muestra una voluntad de trabajo férrea e inagotable. “Nos estamos quedando sin maestros, sin funcionarios. Nuestro continente se muere. Este es el gran desafío que debemos enfrentar los africanos”, afirma.
Sonriente, cálida, generosa, al recorrer las distintas aulas del Masibambisane Centre for Aids Orphans los niños corren hacia ella, la abrazan. Por las tardes sale a visitar las barriadas más postergadas del distrito sudafricano de Soweto. Allí entrega ayuda a esas abuelas que viven en paupérrimas chabolas y que se encuentran al frente de sus nietos y bisnietos. Además de dinero y alimentos, las ayuda a organizarse, las escucha, les da fuerzas para que sigan adelante a pesar de todo.

El SIDA está transformando la geografía social del África subsahariana. No son pocos los barrios y pueblos en que la muerte de los adultos está dejando solos, como únicos supervivientes, a niños y ancianos. Según ONUSIDA, el 11% de los africanos es portador del VIH. En países como Botswana, Zimbabwe y Suazilandia el número de contagiados supera el 30% de la población. Más de 13 millones de pequeños del subcontinente se han quedado huérfanos como consecuencia de esta enfermedad.



GILLIAM CALDWELL
TESTIGO DE LAS INJUSTICIAS DEL MUNDO



Consciente del ascendiente de ciertas imágenes sobre la opinión pública, y de su capacidad para incidir en los procesos de toma de decisiones de los gobiernos, el músico Peter Gabriel dio vida a Witness, organización que se dedica brindar cámaras de vídeo y cursos de formación en periodismo a activistas sociales de más de 60 países para que denuncien violaciones a los derechos humanos.
Al frente de Witness, cuyo lema es “Míralo, fílmalo, cámbialo”, se encuentra una mujer que parece incansable en su labor: Gillian Caldwell. Desde que la institución fuera fundada en 1992, Gillian coordina los equipos desperdigados por todo el mundo, así como los cursos de formación y el envío de material técnico. Por otra parte, es también la responsable de conseguir que las imágenes lleguen al público para que puedan cumplir así su objetivo de transformar la realidad.
Las paredes del despacho de Gillian en el distrito de Brooklyn, Nueva York, están cubiertas de cintas de vídeo. Parte de esas grabaciones, emitidas entre otras cadenas por la BBC, CBS y CNN, fueron fundamentales para que el mundo avanzara en la toma de conciencia de problemas tan graves como el tráfico de mujeres en Rusia, los talleres ilegales en los Estados Unidos, la limpieza étnica en Kosovo, los niños soldados en El Congo y Uganda, la represión sanguinaria en Birmania, y la marginación de los grupos indígenas en Colombia, Nigeria o Filipinas.
Personalidades como Tim Robbins, Susan Sarandon o Sebastiao Salgado han apoyado el trabajo de Witness, potenciando su labor de sensibilización y su impacto. La mayor ambición de Gillian en estos momentos es crear una suerte de YouTube de los derechos humanos, donde los camarógrafos puedan colgar sus vídeos.

Hay imágenes que han cambiado el rumbo de la historia por su capacidad de denuncia, de sacudir conciencias y movilizar a la gente de bien a favor de una causa. A lo largo del siglo XX, numerosas hambrunas asolaron el norte de Etiopía. Sin embargo, la comunidad internacional sólo reaccionó con contundencia a la séptima de estas catástrofes, la de 1985, cuyas inolvidables y desgarradores testimonios recorrieron las televisiones del planeta.


ROSEMARY NYRUMBE
LIBERTAD PARA LAS ESCLAVAS SEXUALES DE LA GUERRA EN UGANDA






Tras haber estudiado Cooperación en la Universidad de Nairobi, la hermana Rosemary Nyrumbe desembarcó en la ciudad ugandesa de Gulu en el año 2003 para hacerse cargo de un prestigioso colegio privado. Como la mitad de las aulas estaban vacías decidió que pondría en marcha un proyecto para brindar asistencia a las víctimas de la guerra. Poco tardó en comprobar que quienes más ayudan necesitaban eran las mujeres que habían sido esclavas sexuales del LRA, ya que sus familias las rechazaban, viéndose así obligadas a vivir en las calles y mendigar.
“Una noche llegaron los guerrilleros a la aldea y me llevaron junto a otras niñas. Ya en el camino hacia Sudán mataron a varias delante de nosotros para asustarnos. Al principio cualquier soldado tenía sexo conmigo. Sólo me agarraba y me llevaba a la choza. Hasta que tuve un hijo con un soldado. Y me hizo su mujer. Cuando él murió en combate, me casaron con un comandante muy viejo que tenía siete esposas. Con él tuve otro hijo. Era un hombre muy malo. Un día, aprovechando que nos estaban atacando las tropas del ejército, cogí a mis dos hijos y me escapé. Caminé cuatro días a través de la selva sin comer hasta que logré llegar a mi casa”. Con estas palabras comienza Alice a narrar su desgarradora historia. Durante diez años estuvo en manos del Ejército de Resistencia del Señor (LRA), la guerrilla mesiánica que desde hace dos décadas aterroriza a los habitantes del norte de Uganda.
Más de cien jóvenes que han padecido situaciones análogas a la de Alice asisten cada día a los cursos que imparten Rosemary y las monjas que con ella colaboran. Aprenden a leer y escribir, reciben formación profesional en cocina y costura, para poder adquirir las herramientas que las permitan valerse por sí mismas en el futuro. Además, un psicólogo las ayuda a tratar de superar los traumas del pasado.
"Es extraordinaria la capacidad de lucha y superación de estas chicas. Siento un profundo respeto por ellas. Después de todo lo que han sufrido, tienen la fuerza para seguir adelante", me dice Rosemary, que también ha creado una guardería y una escuela para los pequeños de estas jóvenes. La mayoría, hijos que tuvieron con los soldados del LRA. Esos niños que con tanto ahínco trabajan por hacer progresar, por darles una vida digna, aunque son también un constante recordatorio del horror que sufrieron.

En 1987, un fanático y especie de líder mesíanico, llamado Joseph Kony, se levantó en armas contra el gobierno de Uganda al frente de un grupo denominado Ejército de Resistencia del Señor (LRA), que dice defender la implantación de los Diez Mandamientos. El conflicto derivado ha marcado la vida de los ugandeses: más de 120.000 muertos, casi 2 millones de refugiados y 30.000 niños y niñas soldado son cifras que hablan por sí solas del horror que han vivido.


ROSARIO DORIA
TRABAJANDO CON LOS DESPLAZADOS POR EL CONFLICTO EN COLOMBIA




Rosario Doria from Mundo Cooperante on Vimeo.


Rosario Doria es una mujer colombiana que decidió dar un vuelco a su carrera profesional y dirigirla hacia los más desfavorecidos de su ciudad: Cartagena de Indias. Ese cambio se vio determinado por su enorme capacidad para comprender la relación entre el fomento de la actividad económica y productiva y el desarrollo social de una comunidad. Con esta visión se involucró en una iniciativa que ofrece oportunidades de futuro para los más pobres y excluidos, el programa de desarrollo de la organización Actuar por Bolívar.
Licenciada en Administración y Comercio, decidió encaminar su experiencia profesional para procurar desarrollo social a los más excluidos. Actualmente, Rosario es la directora de Actuar por Bolívar, una institución sin ánimo de lucro que trabaja para promover ocupaciones productivas para la población desplazada y más vulnerable de los barrios marginales de Cartagena de Indias. En estos proyectos, conocedora de la realidad en la que desarrolla su labor, la mujer se contempla como epicentro de las actividades que impulsa. De esta forma, el 90% de los recursos e inversiones de Actuar por Bolívar se destinan a fomentar la figura de la mujer microempresaria y a brindarles apoyo familiar y atención integral a sus hijos.
Para mejorar las condiciones de vida de estas familias y ofrecer oportunidades a los más pobres de Cartagena de Indias, Rosario Doria decidió apostar pos una estrategia basada en tres ejes principales, que son los que rigen la actuación de su entidad:
- Generar espacios de capacitación y aprendizaje.
- Facilitar el emprendimiento mediante el acceso a recursos financieros
- Ayudar a las familias en la atención a los niños y niñas, a través de proyectos de asistencia y servicios sociales a la comunidad.
Con todo ello pretende conseguir la inserción social de colectivos en riesgo, crear espacios de intercambio de vivencias, ideas y aprendizaje e incentivar la solidaridad entre los miembros de la comunidad.

Cartagena de Indias es una ciudad que se sitúa entre las más pobres de Colombia, con un 20% de su población viviendo por debajo de la línea de la pobreza y un porcentaje aún más elevado de personas en situación de riesgo social. Muchos de sus habitantes han llegado a Cartagena huyendo de la violencia. La Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR) estima que la población desplazada en Colombia supera los dos millones y medio de personas.

AGNES PEYIO
EN LUCHA CONTRA LA MUTILACIÓN GENITAL






































La Organización Mundial de la Salud estima que en el mundo hay más de 100 millones de mujeres que han padecido la mutilación genital femenina. La gran mayoría de estas mujeres se encuentra en África, siendo países como Sudán, Somalia y Egipto, donde estas prácticas afectan a un porcentaje más alto de la población.

Elegida como mujer del año por Naciones Unidas en Kenia, Agnes Pareyio es una activista social de origen masai que se dedica a visitar las escuelas de su comunidad para luchar contra la ablación de clítoris. Con una vagina de madera y una serie de gráficos, se dirige a los estudiantes, tanto varones como mujeres, para concienciarlos sobre los trastornos físicos y psicológicos que produce esta tradición. Sus charlas provocan al principio risas y vergüenza, pero lo cierto es que deja una impronta en los jóvenes, ya que al final de la exposición permanecen en silencio.
Además, Agnes cuenta con un centro de acogida destinado a las niñas que huyen de sus casas para evitar sufrir la mutilación genital femenina, y actúa como intermediaria con sus familias. Infatigable en su deseo de salvaguardar la salud de las menores, se desplaza a las chozas de paja y adobe y habla con los padres y abuelos. Intenta convencerlos de lo dañino que resulta este ritual, símbolo del pasaje de la infancia a la edad adulta. “Para los masai, una joven no está lista para casarse si no se le ha practicado la ablación. Los hombres no las quieren entre sus esposas, y la familia no recibe la dote que se suele entregar a cambio”, explica Agnes. “Yo trato de alentar a la gente a que adopte rituales simbólicos, que no impliquen poner en riesgo la salud de las mujeres, como sucede con la mutilación genital, que las perjudica enormemente a la hora de mantener relaciones sexuales o de dar a luz”.
Existen diversos tipos de mutilación genital femenina. La más cruenta es la infibulación, que consiste en la extirpación no sólo del clítoris y los labios menores, sino también de los labios mayores. A continuación, se suturan los costados de la vagina con fibras vegetales, alambres o hilo de pescar, dejando tan sólo un orificio para el paso de la orina y la sangre menstrual. La infibulación representa el 15% de todas las intervenciones. Se practica en Sudán, Eritrea, Yibuti, Somalia, Etiopía y Malí. Su objetivo es preservar la castidad de las jóvenes hasta el matrimonio.


REBEKAH KISER
FUTURO Y DIGNIDAD PARA LAS MUJERES ETÍOPES




Women for Women Foundation, Ethiopia from Mundo Cooperante on Vimeo.


Rebekah Kiser no había tenido nunca una relación directa con el mundo de la Cooperación. Había trabajado anteriormente con mujeres de Estados Unidos, pero en realidad se había dedicado toda su vida a la venta de cosméticos de una conocida marca americana en su ciudad natal, Colorado Springs. Sin embargo, en 2004, en un viaje de turismo a Etiopía su vida cambió para siempre.
El guía turístico que la acompañaba le habló de la fístula obstétrica, una dolencia que sufría su hermana, y le pidió ayuda, ya que no conseguía un médico para ella. También le contó que era un problema que afectaba a miles de mujeres en Etiopía. En realidad, según la Organización Mundial de la Salud, la cifra se eleva a dos millones de mujeres en todo el mundo. “Cuando vine a Etiopía la primera vez, de vacaciones, no sabía qué era la fístula”, cuenta Rebekah Kiser siempre al comenzar su historia.
Esta lesión podría evitarse si las mujeres dispusieran de las atenciones médicas necesarias, pero carecen de ellas. Como consecuencia, pierden a los bebés en el parto y su vida se convierte en una pesadilla, ya que sufren incontinencia crónica, es decir, la incapacidad de controlar la expulsión de orina y/o las heces del cuerpo. Rebekah Kiser lo desconocía, porque en los países más avanzados, la fístula prácticamente no existe y los pocos casos que se dan obtienen solución con una rápida y sencilla operación quirúrgica.
Cuando conoció esta terrible realidad, Rebekah decidió que tenía que hacer algo por ayudar a los cientos de mujeres que “llegaban a la ciudad sin saber leer ni escribir, abandonadas a su suerte y que acaban tiradas en las aceras”. Para ello fundó Trampled Rose, una organización sin ánimo de lucro que acoge a mujeres y jóvenes abandonadas a su suerte y olvidadas por padecer fístula. La institución les ofrece acogida y atención para su recuperación física y psicológica.

La fístula obstétrica es una lesión que se produce entre la vagina y la vejiga o el recto, causada por un parto prolongado, que puede durara cinco días y hasta más de una semana. En la mayoría de los casos, la dificultad del parto se daba a una de estas tres causas:
- La edad: la mayoría de las mujeres contraen matrimonio durante su pubertad y dan a luz cuando sus cuerpos todavía no están desarrollados.
- La malnutrición: que a menudo les produce raquitismo y hace que las madres sean pequeñas en tamaño, mientras que los bebés que dan a luz son de tamaño normal.
- La mutilación genital femenina
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URMI BASU
CONTRA LA EXPLOTACIÓN SEXUAL EN CALCUTA



Urmi Basu from Mundo Cooperante on Vimeo.


Basu, que nació en el seno de una próspera familia bengalí, nunca había estado en los llamados “barrios rojos” de Calcuta. La primera vez que se adentró en las lóbregas y serpenteantes callejuelas de uno de estos distritos, y descubrió las terribles condiciones en que se desempeñaban las trabajadoras sexuales, se dijo que no podía permanecer indiferente. Lo que más la conmovió fue ver cómo los hijos de estas mujeres vagaban solos por el barrio, en medio de la noche, mientras sus madres se prostituían.
A partir de ese momento comenzó a volver regularmente a Kalighat. Conoció a ancianas que llevaban allí todas sus vidas, que habían sido traficadas siendo apenas niñas, y que nunca habían salido de las fronteras del barrio de míseras casas en que ejercían la prostitución. Tras ganarse su confianza, comenzó a organizarlas, y creó un primer centro de acogida, llamado “New Light”. Una nueva luz en medio de la oscuridad de la explotación y el estigma social, en el que los hijos de estas mujeres podían pasar la noche, recibir comida y educación. Una forma de garantizar, en especial para las niñas, que no seguirán los pasos de sus madres, que encontrarán puertas abiertas para salir de esa realidad.
Cuando recién estaba comenzando su labor, tuvo lugar un terrible accidente: Soma, un bebé de pocos meses de edad, se quemó mientras su madre había salido a atender a un cliente. Una vela se cayó sobre su cuna en la miserable chabola en que vivían produciéndole quemaduras en un 70% del cuerpo. A pesar de todo, la pequeña logró sobrevivir. “Si ella había tenido el valor para superar tanto sufrimiento, yo no podía más que seguir su ejemplo”, dice Urmi.
Hoy, New Light cuenta con tres sedes más. Y Urmi se ha convertido en un referente en la lucha contra el tráfico de mujeres en su país. El último centro que abrió, para acoger a jóvenes en riesgo de ser prostituidas, se llama Soma, ya que la pequeña, que había quedado desfigurada a causa del fuego, falleció dos años más tarde.

La India es uno de los principales receptores de tráfico de mujeres del mundo. Niñas de entre 11 y 14 años de edad, en más de un 60%, que son arrancadas de sus paupérrimas aldeas en Bangladesh y Nepal con la promesa de un empleo digno, o por el mero pago de una cantidad a sus familiares, y que terminan en burdeles de Bombay, Nueva Delhi o Calcuta. A nivel planetario, este negocio mueve más de 27 mil millones de euros cada año.


GLORIA COMPANY
MUJER Y DERECHOS HUMANOS EN AFGANISTÁN






Obligadas a dejar la escuela y casarse con hombres mayores, decenas de jóvenes prefieren rociarse con gasolina y prenderse fuego antes que seguir adelante con sus vidas. La catalana Gloria Company lucha por sus derechos.

“Mi padre volvió borracho una noche. Me dijo que me había perdido jugando a las cartas y que me debía casar con un hombre mayor”, explica Shahnaz, que se levanta tímidamente el pantalón del salwar kameez para mostrar las cicatrices que desfiguran su pierna. “Yo tenía nueve años”.
Aunque Gloria Company conoce bien la historia de estas adolescentes, no puede evitar emocionarse al escucharlas. Se disculpa, recupera la compostura y sostiene: “Estaban tan desesperadas que no calcularon las consecuencias de lo que iban a hacer, de la locura que iban a cometer”.
Madre de tres hijos, esta catalana formada como enfermera, y curtida en numerosas profesiones y vocaciones, lleva desde 2002 comprometida en la lucha por los derechos de la mujer afgana.
Al frente de la ONG Asociació de Cooperació per Afganistán (ACAF), brinda apoyo a jóvenes inmoladas en el instante mismo en que llegan al hospital de la ciudad de Herat, próxima a Irán, donde más de 600 mujeres se quemaron sólo en 2006.
“Queremos que sepan que nos encontramos a su lado para lo que necesiten, que no están solas, que las vamos a ayudar”, afirma Gloria Company, cuya labor se ha vuelto cada día más complicada como consecuencia del aumento de la violencia y las políticas regresivas en el país del Hindu Kush.


Según un informe recientemente publicado por la organización Womankind, Afganistán es el “país del mundo más peligroso para las mujeres”. El 80% padece violencia doméstica. Aunque la legislación lo prohíbe, el 60% de los matrimonios son obligados y casi el 57% de las niñas se casa antes de cumplir los 16 años.


VALERIE BROWNING
LA LUCHA DE LOS MÁS VULNERABLES ANTE EL CAMBIO CLIMÁTICO






La enfermera australiana Valerie Browning lucha para que se respeten los derechos del pueblo nómada afar de Etiopía. Para que se les permita desarrollarse y encontrar su lugar en el mundo en base a su propia cultura y tradiciones.
“Hemos llegado a una posición drástica porque desde 1999 no hemos tenido dos buenas temporadas de lluvia consecutivas. El camello, que es el animal más fuerte de los afar, no puede andar”, afirma con enfado Valerie Browning, que ha dedicado la mayor parte de su vida a bregar los derechos de este pueblo olvidado.

Australiana de nacimiento, Valerie Browning acababa de terminar de estudiar enfermería cuando una compañera de clase le habló de la terrible hambruna que estaban sufriendo los habitantes del norte de Etiopía. Decidieron que no podían permanecer indiferentes y viajaron a la región. Corría el año 1974.
Así comenzó la prolongada e intensa relación de Valerie Browning con la realidad del Cuerno de África. Relación que se haría aún más sólida en 1993, cuando conoció a un líder afar, Ismael Ali Garde, con el que tuvo una hija: Aisha. Juntos crearon una asociación para el desarrollo y el bienestar de los nómadas afar, bajo el nombre de Afar Pastoralist Development Association (APDA). Desde entonces ha luchado con ahínco por la prosperidad de este pueblo. Ha organizado campañas de vacunación, escuelas, centros de atención médica. Una de sus prioridades han sido las mujeres, a las que califica como las “más postergadas de Etiopía”. Los afar la llaman Malika, que en su idioma quiere decir “ángel”.

“El arribo de grandes empresas y el cambio climático están acosando a los afar al punto de poner en peligro su existencia”, sostiene Valerie Browning. “Si esta gente desaparece sería una gran pérdida para el mundo ya que los pastores saben tanto de ecología que no destruyen el medio ambiente. El mundo mal llamado desarrollado no sabe más que usar y tirar”.

Una mina antipersona sigue latente hasta medio siglo después de haber sido activada. Se estima que alcanzan los 110 millones de artefactos y que están presentes en 74 países y territorios, entre ellos Vietnam, la antigua Yugoslavia y Sierra Leona. Unas 20 mil personas sufren sus devastadores efectos directos cada año, el 85% son civiles. El precio de colocar una mina antipersona es de dos euros, mientras que el coste por retirarla supera los 700 euros.








JODY WILLIAMS
EL FINAL DE LAS MINAS ANTIPERSONA


Ganadora del premio Nobel de la Paz por su compromiso para acabar con las minas antipersona, Jody Williams ha dedicado la mayor parte de su vida a tratar de terminar con la violencia en el mundo.
Conmovida por los terribles efectos de estas armas, Jody Williams lanzó en 1992 la Campaña Internacional para la Prohibición de las Minas Antipersona en coordinación con seis ONG. Iniciativa que en una extraordinaria suma de voluntades pasó en poco tiempo a estar integrada por más de 1.300 organizaciones de 95 países. El resultado de este esfuerzo colectivo se alcanzó en 1997 con la firma del Tratado de Ottawa, que prohíbe el uso de las minas antipersona.
“Si bien el tratado de Ottawa ha significado un gran avance para terminar con las minas antipersona, no debemos olvidar que el trabajo de retirada de las minas y destrucción de los arsenales continúa, y que hay países como EEUU, Rusia y China que no lo han firmado”, afirma esta estadounidense que recibió el premio Nobel de la Paz como fundadora y coordinadora de esta campaña a la que en 2008 siguió otra también muy importante, que a través de la Convención de Oslo intenta erradicar las bombas de racimo.
El activismo por la paz de Jody Williams comenzó con la guerra de Vietnam, y siguió en América Central durante los años ochenta, cuando se dedicó a concienciar sobre los efectos de la política de EEUU en la región. En 2007 lideró una misión del Consejo de Derechos Humanos de la ONU para investigar los crímenes de guerra en Darfur. Al frente de la organización Nobel Women'sInitiative, de la que forma parte junto a otras ganadoras del premio Nobel - Rigoberta Menchu, Wangari Maathai, Betty Williams, Mairead Maguir y Shirin Ebadi - trabaja para dar reconocimiento a las mujeres que luchan por cambiar el mundo en ámbitos como la justicia, la igualdad y la paz.

Una mina antipersona sigue latente hasta medio siglo después de haber sido activada. Se estima que alcanzan los 110 millones de artefactos y que están presentes en 74 países y territorios, entre ellos Vietnam, la antigua Yugoslavia y Sierra Leona. Unas 20 mil personas sufren sus devastadores efectos directos cada año, el 85% son civiles. El precio de colocar una mina antipersona es de dos euros, mientras que el coste por retirarla supera los 700 euros.





NEGA GIZZA
ARTE CONTRA LA VIOLENCIA EN LAS FAVELAS DE BRASIL





Una cantante de hip hop que a través de la música, la educación y el deporte intenta que los jóvenes encuentren caminos distintos a los que les ofrecen los narcotraficantes.

Gisele Gomes de Souza, que con los años se haría conocida en Brasil bajo el nombre artístico de Nega Gizza, tuvo una infancia plagada de ausencias.
Hija de una empleada doméstica, a los siete años vendía refrescos en las calles de Río de Janeiro.
El comienzo del cambio en su vida le llegó a través de la radio. A los 13 años le dieron la oportunidad de colaborar en una emisora local de la favela en la que vivía: Parque Esperança. Fue allí donde descubrió el rap. Género musical que utilizaría para denunciar la exclusión, la marginalidad y la violencia que se sufren en estas barriadas, y que la haría popular en todo Brasil.
Pero el compromiso social de Nega Gizza no se quedó sólo en la música. Hace una década fundó junto a otros músicos la organización no gubernamental CUFA (Central Unica das Favelas), que intenta promover la cultura, el deporte y la ciudadanía en los barrios más postergados. Para alcanzar este fin pone en marcha talleres de hip hop, graffiti, cine, danza, gastronomía, informática y basket da rua (baloncesto callejero). La idea es que los jóvenes de las favelas descubran también su propia voz, mejoren su autoestima y encuentren opciones alternativas a la violencia de los grupos armados. Los coordinadores de estas actividades provienen en su mayoría de las propias favelas.
En este tiempo, el trabajo de CUFA ha crecido exponencialmente hasta llegar a estar presente en 25 estados de Brasil. “Existe un despertar hoy en las favelas, una revolución a través de los movimientos culturales”, señala Nega Gizza. “Los políticos están comenzando a escuchar nuestras reivindicaciones.
A prestar finalmente atención a lo que tenemos que decir los habitantes de las favelas”.

Según el Instituto Municipal de Urbanismo de Río de Janeiro, actualmente hay más de 1.000 favelas que se diseminan por toda la ciudad. Según esta misma fuente, las favelas han experimentado un crecimiento de 3 millones de metros cuadrados en una década. Entre 1999 y 2008, las favelas han robado al suelo de Río 3.413 millones de metros cuadrados, principalmente zonas verdes de la ciudad que deberían haber sido preservadas.