Benita Asas (1931) "...las mujeres de España hemos llegado a la mayoría de edad psicológica. Somos conscientes. Repudiamos las intromisiones en nuestras conciencias. No vivimos de pensamientos prestados. Nos poseemos a nosotras mismas".

Memorando Comisión Constitucional de las Cortes, en apoyo del sufragio de las Mujeres.

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25 DE NOVIEMBRE

25 DE NOVIEMBRE
AUTOR: JAVIER MARTÍN "INVEX"

martes, 3 de septiembre de 2013

Bertha Von Suttner

Sección: Mujeres destacadas

Pacifista y escritora. Nacida en Checoslovaquia, 1843-1914, fue la primera persona que recibió el Nobel de la Paz (1905). En una época en la que primaban los principios militaristas, escribió el libro “Abajo las armas”, una de las obras que más ha influido en el movimiento pacifista moderno.

“Después del verbo amar, el verbo ayudar es el más hermoso del mundo”. Berta se desempeñó como institutriz a partir de 1873 en casa del barón Karl Von Suttner, un empresario de Viena. Su madre quería que hiciera un matrimonio ventajoso económicamente, pero Bertha se negó y anuló su compromiso. En esta época, se enamora de Arthur Gundaccar, siete años más joven que ella. Se casa en secreto con él en 1876 en contra de la voluntad de los padres de él, como consecuencia de lo cual, Arthur es desheredado y la pareja parte hacia el Cáucaso por más de ocho años. Allí, en Georgia, viven a duras penas de pequeños trabajos como la escritura de novelas de entretenimiento o las traducciones. Al comienzo de la guerra ruso-turca de 1877-78, Bertha y su marido empiezan su actividad como periodistas, Bertha, con el pseudónimo de B. Oulet, logra un gran éxito. Ella escribe para los periódicos austríacos historias breves y ensayos, su marido reportajes de guerra y de viaje.

A los 46 años, publicó su novela Die Waffen nieder! (¡Abajo las armas!), que se convirtió rápidamente en un clásico del movimiento pacifista internacional y se tradujo a multitud de idiomas. En la obra describe la guerra desde el punto de vista de una mujer, tocando así la fibra sensible de la sociedad y suscitando numerosos debates sobre el militarismo y la guerra.

En 1885 regresan a Austria definitivamente, se reconcilia con su familia y se instalan en la residencia familiar. La mayor parte de su obra data de esta época. Bertha sigue escribiendo interesándose especialmente por el tema del pacifismo. Así en 1886 escribe el libro “High Life” en el que aborda el respeto del hombre y su libre arbitrio. Poco después, gracias a una mesa redonda con el filósofo francés Ernest Renard, conoce la existencia de la “International Arbitration and Peace Association”, fundada por el británico Hodgson Pratt en 1880. Bertha von Suttner recibirá la influencia de personalidades como Henry Thomas Buckle, Herbert Spencer o Charles Darwin y su teoría de la evolución. El pacifismo de Suttner es un pacifismo ético fundado en la capacidad moral del hombre para comprender que la guerra no debe seguir utilizándose. Se integra en las ideas liberales de su época y su fe en el progreso humano, manifestando un profundo humanismo.

El invierno de 1890-91, la pareja von Suttner vive en Venecia donde Bertha impulsa la creación de una “sociedad de la paz de Venecia” (Friedensgesellschaft Venedig). Allí conoce al marqués Benjamino Pandolfi, gracias al cual se reúne con otros representantes de las conferencias “interparlamentarias”, las cuales, a partir de 1910 reciben el nombre de “Unión Interparlamentaria”.

En 1905, como reconocimiento a sus tareas, recibió el premio Nobel de la Paz. En 1910 publicó un volumen de Memorias. Murió en 1914, a poco del comienzo de la I Guerra Mundial.

Mujeres en el Arte - Delhy Tejero

 Concha Mayordomo


Delhy Tejero
 
 
Adela Tejero Bedate, más conocida como Delhy Tejero, nació en Toro (Zamora) en 1904. En 1925 marchó a Madrid e inició la carrera de Bellas Artes formándose en el academicismo de Romero de Torres y Moreno Carbonero. Acabada su formación, consiguió una beca para ampliar estudios de pintura mural. Entró en la residencia de señoritas de María Maeztu que fue una entidad vinculada a la Residencia de Estudiantes. Las turbulencias políticas obligaban a las pupilas de la señora Maeztu a esconderse en los cambios el Gobierno.
La residencia “repartía” a las chicas por casas particulares, y Delhy tuvo la gran suerte de recabar en la casa de don Ramón del Valle-Inclán. Con su amiga Josefina Carabias ofreció sus dibujos a periódicos y revistas, y decoró algunos establecimientos madrileños en un ostentoso estilo art déco. En 1933 realizó su primera exposición individual en el Círculo de Bellas Artes de Madrid, ya que anteriormente había conseguido la cátedra de Pintura Mural de la Escuela de Artes y Oficios de Madrid. Es en esas fechas cuando cumple un sueño; en uno de los rascacielos de la Gran Vía madrileña, el edificio de La Prensa, de la plaza del Callao, Adela consiguió el estudio propio que conservaría hasta su muerte.
En 1934 comenzó a impartir clases en la Real Academia de San Fernando. Después de un sin fin de desventuras, peripecias y viajes, terminada la Guerra Cívil en 1937 un lluvioso día de octubre cruza la frontera de Irún camino de Francia escapando de la miseria física y moral del país. No fue una heroína, sólo una exiliada moral del franquismo, pero sin convicciones políticas.
 
Estudio en París (1939)
 
 
En la capital francesa toma contacto con los que llama “los artistas de la miseria” y “los mediocres de San Fernando” pero se integra en el grupo y traba amistad con Remedios Varó y Óscar Domínguez, quienes la introducen en el surrealismo. Delhy Tejero se encontró a gusto en París, con los ojos abiertos a las nuevas corrientes pictóricas y participó en la gran exposición surrealista que organizó André Breton en febrero de 1938.
A su vuelta a España poco a poco, retomó su actividad y sobreviviendo con dificultad pintó iglesias (el retablo de la iglesia del Plantío, en Madrid) cines, un comedor de auxilio social, ganó el concurso para pintar el mural del Ayuntamiento de Zamora..., y en 1953 fué, juanto a María Blanchard, las únicas pintoras que participaron en la exposición de arte abstracto de Santander con los artistas de vanguardia como Saura o Millares recibiendo buenas críticas. Camón Aznar o Lafuente Ferrari escribieron maravillas de su pintura, pero Tejero siempre se quedó a las puertas de algo interesante. Le prometieron premios que nunca llegaron y en 1965 el Premio Nacional de Pintura se lo arrebató Daniel Vázquez Díaz.
 
Plaza de Callao (1945)
 
 
La vida de Delhy Tejero entró en una espiral neurótica. Se ocultó detrás de unas gafas negras, a lo Ava Gardner; y se negó a que le hicieran fotografías. Presumida enfermiza, para no verse obligada a confesar su edad, se negó a conceder entrevistas, citas.. Durante esos últimos años, alternó su residencia entre su familia de Toro y en su estudio de Madrid, ciudad en la que muerió a los 64 años.
De aspecto llamativo, morena, guapa, libre y siempre solitaria, vestida de forma extravagante – ella misma diseñaba sus vestidos – fumaba en boquilla, llevaba las uñas pintadas de un rabioso color azul marino. La pintora errante, la mujer que no se reconocía en ninguna corriente estética, que investigaba, buceaba en el surrealismo, en la abstracción, en el realismo, Fue muy libre, pero la religión la destrozó y la guerra la rompió. Aparece hoy como una artista desconocida, expulsada de nuestra historia artística reciente.
 
María Dolores (1954)