140 millones de mujeres y niñas sufren en la actualidad las consecuencias de la mutilación genital femenina (MGF), 92 millones viven en África.
Reconocida internacionalmente como una violación de los derechos humanos de las mujeres y las niñas, la MGF es una forma extrema de discriminación de las mujeres, una violación de los derechos a la salud, la seguridad y la integridad física, el derecho a no ser sometido a torturas y tratos crueles, inhumanos o degradantes.
La concienciación, la prevención y, sobre todo, la prohibición de esta práctica, no solo en los países africanos, sino también en aquellos donde la inmigración ha importado esta práctica, han hecho disminuir los casos, aunque estamos muy lejos de acabar con esta violación de derechos humanos que cada año afecta a tres millones de niñas.
En 2005, el Gobierno de Zapatero dio un gran paso en la lucha para su erradicación incorporando como delito la mutilación genital femenina, para evitar así que las familias que residen en España lleven a sus hijas de viaje a sus países de origen para practicarles la ablación del clítoris.
Desde entonces, la justicia española ha perseguido universalmente estos delitos. Esperamos que en la reforma exprés de la Ley Orgánica del Poder Judicial que prepara el Gobierno del PP, la persecución de la mutilación genital femenina siga intacta. Este Ejecutivo no debe dar marcha atrás y escuchar las recomendaciones de organismos como la OMS o la ONU, que urgen a tomar medidas para proteger a las mujeres y niñas de esta práctica y a poner fin a la impunidad.
Este año, otros 3 millones de niñas corren el riesgo de sufrir ablación. La pérdida casi total de sensibilidad, el dolor y el trauma psicológico serán las principales secuelas que sufrirán, pero algunas de ellas no sobrevivirán, morirán desangradas o por infección en las semanas posteriores a la intervención, que casi siempre se realiza de forma rudimentaria, con cuchillas o cristales.
No vamos a permitir ni un paso atrás, seguiremos luchando para erradicar una práctica que atenta directamente contra la integridad de las mujeres, contra su dignidad y su vida.
Reconocida internacionalmente como una violación de los derechos humanos de las mujeres y las niñas, la MGF es una forma extrema de discriminación de las mujeres, una violación de los derechos a la salud, la seguridad y la integridad física, el derecho a no ser sometido a torturas y tratos crueles, inhumanos o degradantes.
La concienciación, la prevención y, sobre todo, la prohibición de esta práctica, no solo en los países africanos, sino también en aquellos donde la inmigración ha importado esta práctica, han hecho disminuir los casos, aunque estamos muy lejos de acabar con esta violación de derechos humanos que cada año afecta a tres millones de niñas.
En 2005, el Gobierno de Zapatero dio un gran paso en la lucha para su erradicación incorporando como delito la mutilación genital femenina, para evitar así que las familias que residen en España lleven a sus hijas de viaje a sus países de origen para practicarles la ablación del clítoris.
Desde entonces, la justicia española ha perseguido universalmente estos delitos. Esperamos que en la reforma exprés de la Ley Orgánica del Poder Judicial que prepara el Gobierno del PP, la persecución de la mutilación genital femenina siga intacta. Este Ejecutivo no debe dar marcha atrás y escuchar las recomendaciones de organismos como la OMS o la ONU, que urgen a tomar medidas para proteger a las mujeres y niñas de esta práctica y a poner fin a la impunidad.
Este año, otros 3 millones de niñas corren el riesgo de sufrir ablación. La pérdida casi total de sensibilidad, el dolor y el trauma psicológico serán las principales secuelas que sufrirán, pero algunas de ellas no sobrevivirán, morirán desangradas o por infección en las semanas posteriores a la intervención, que casi siempre se realiza de forma rudimentaria, con cuchillas o cristales.
No vamos a permitir ni un paso atrás, seguiremos luchando para erradicar una práctica que atenta directamente contra la integridad de las mujeres, contra su dignidad y su vida.