Ianire Estébanez, psicóloga especializada en violencia de género en parejas jóvenes, afirma que hay un maltrato sutil que aún cuesta identificar y nos desgrana en esta entrevista algunas alertas importantes
29 de Agosto de 2011
¿Has leído el resto de entrevistas de 'Mujeres al cuadrado'? Aquí las tienes todas Marta R. Román/ Ianire Estebanez trabaja en el Servicio de Mujer del Módulo Psicosocial de Deusto-San Ignacio y en la consultora sobre violencia de género Sortzen. Además combina sus actividades profesionales con otra de sus pasiones: los blogs. En 'Eva saca la roja' y 'Mi novio me controla lo normal', denuncia las modas que esclavizan a las mujeres, desmitifica el modelo de historia de amor al uso y ofrece claves para el empoderamiento de las nuevas generaciones de chicas. Todo ello sin olvidarse de ofrecernos sus referentes femeninos. Son varios, pero uno de ellos puede que te sorprenda un poco: Pipi Calzaslargas.
-¿Por qué decidió estudiar la violencia de género entre jóvenes?
"Quería saber si era diferente. Tenía claro que las mujeres jóvenes les suena como del Pleistoceno aquello de que las más mayores no podían viajar sin el permiso del marido o sacar dinero de una cuenta en el banco, pero no estaba segura de que reconociesen igual otro tipo de violencia. Me preguntaba por qué las chicas a veces mantienen relaciones de noviazgo negativas si no hay dependencia económica ni convivencia, si parece tan sencillo dejarlo y a otra cosa mariposa".
-¿Y cuáles fueron sus conclusiones?
"Existe una violencia más psicológica que física muy relacionada con el control que las chicas saben que no es correcta pero que justifican dentro de la dinámica del amor, por llamarla de alguna manera. 'Los chicos son así', 'a mis amigas también les pasa', 'en el amor hay que renunciar'. Frases que parecen sacadas del siglo pasado pero que se siguen usando hoy en día como algo de lo más normal. Tres cuartas partes de las chicas no perciben la violencia de género como tal".
-¿Y eso a qué se debe? Porque parece claro que actualmente hay mucha más información y sensibilización alrededor de este tema...
"Yo creo que tienen claro que es la violencia física. Cuando un hombre pega, maltrata o tira por el balcón a una mujer no hay dudas. Pero hay un tipo de maltrato más sútil que ellas creen que tiene que ver con las relaciones de pareja. Cuando un chica acaba siendo 'la novia de...', por ejemplo, porque poco a poco ha perdido todas sus relaciones de amistad. Se sigue reproduciendo esa regla antigua de que el marido está por encima de la mujer".
-¿Sigue fallando la educación? ¿Se nos sigue educando a las mujeres para estar pendientes de otros?
"Se nos sigue educando para cuidar y para gustar al otro. 'Pórtate bien, sé buena chica. No te muevas tanto que llevas falda'. Parece que desde pequeñas tenemos que aprender que para ser buenas chicas no podemos hacer lo que nos de la gana. Y sobre todo, a las mujeres nos educan para buscar el amor como si fuese lo más importante de nuestra vida. Ser chico, joven y sin pareja es guay. Ser chica, joven y no tener pareja es sinónimo de rara y difícil. Es curioso porque las chicas creen que es amor el hecho de que sus novios las llamen continuamente al móvil para saber qué hacen y, sin embargo, al contrario, los chicos tienen claro que es una forma de control.
-¿A parte de la educación, qué otros factores influyen? Estoy pensando en todos esos estímulos externos: vídeos musicales, series de televisión, películas de cine que no es que ofrezcan ejemplos de roles muy igualitarios.
"Sí, en ese sentido, la cultura es esclavizante para nosotras. Solo hay que echar un vistazo a la industria de la moda. Casi todo lo que se pone una chica joven es para gustar al otro. Nos ponemos tacones con los que casi no podemos andar con tal de agradar al otro. Estamos tan habituadas a vernos en el ojo del otro que no nos damos cuenta. Y si ves vídeos, películas o escuchas canciones, te das cuenta de la presión que existe para renunciar a todo por amor o ser la más sexy del mundo. Pero cuidado, porque tampoco puedes ser calificada de 'guarrilla' o 'abrefácil'. Estos son términos que siguen utilizando los chicos.
-Me está pintando una juventud un tanto antigua, casi como nuestros padres, en algunos sentidos.
"Es que son muy clásicos. A las chicas que se acuestan con quien quieren se les sigue catalogando como putas. Es así de triste y denota una clara falta de libertad sexual"
-Hemos hablado de cultura, educación, roles imperantes. Siempre tengo la impresión de que a veces parece como si la mujer tuviese que asistir impávida a una realidad que no puede cambiar. ¿Qué grado de responsabilidad tienen las chicas jóvenes en su propia transformación?
"Los roles están muy marcados. O puta o santa. Y aunque no son inamovibles, están tan normalizados que cuesta darse cuenta de que se pueden hacer las cosas de otra manera. Y luego está el hecho de que ninguna adolescente quiere ser la rara, sino la guay y para eso hay que aceptar el rol femenino imperante. El problema principal es que no se pueden cambiar las cosas hasta que no vemos que algo falla, hasta que no nos damos cuenta de que el mundo nos pone en una posición por el hecho de ser mujer".
-Para que las chicas jóvenes se enteren, ¿qué señales de alarma le estarían diciendo que no está en una relación de noviazgo sana, de igual a igual?
"La señal de alarma más clara es cuando la chica pierde el círculo de amistad o las aficiones que tenía antes de empezar a salir con el chico. Otra señal peligrosa son los celos que conllevan decirle que no hable con otros chicos o con un ex, por ejemplo. El control de la forma de vestir o llamar continuamente para saber dónde está y qué hace también debería ponerles en alerta. Y algo que está muy normalizado es pensar que lo que le pasa son 'chorradas de chicas' o no pedirle perdón o quitarle importancia. Puede que sea una violencia más pasiva que otras, pero es igual de grave. Y últimamente está muy de moda hacer 'pruebas de amor' que, en realidad son chantajes emocionales. Nos llamó especialmente la atención el caso de una chica a la que el novio llamó a las dos de la mañana para decirle que había tenido un accidente de tráfico y comprobar si ella era capaz de ir al hospital a esas horas. Cuando ella llegó, la volvió a llamar para decirle que era mentira".
-La pregunta es que hizo ella...
"Se sintió engañada, pero no le dió importancia. Sólo con el paso del tiempo, se dió cuenta de que eso no tenía nada que ver con el amor".
-¿Qué le dice en sus cursos a una chica joven cuando está convencida de que detrás de todo eso no hay una renuncia, sino una elección personal?
"Le devuelvo la pregunta de si realmente lo está haciendo porque quiere o porque cree que las cosas tienen que ser así. A mí lo que me llama poderosamente la atención es que no se preguntan qué quieren porque están centradas en lo que quiere el otro".
-Sinceramente, parece que está hablando de otra generación. Cuesta creer que en mujeres de 25 o 30 años siga reproduciéndose ese modelo más asociado con nuestras madres o abuelas.
"Lo cierto es que, por mi experiencia como psicóloga, veo que en el momento en que las mujeres jóvenes empiezan a tener relaciones sentimentales, su mundo se centra en eso. Es algo que les pasa a ellas y no a ellos. Ellos no renuncian a amistades ni aficiones. Ellas sí. El mundo acaba siendo él y su relación con él. Las chicas acaban viviendo para la relación. Y dicho así, parecemos tontas, la verdad, pero es el modelo de amor que nos han vendido. Lo reproducimos casi sin darnos cuenta".
-¿Qué habría que empezar a cambiar?
"Volvemos a la cultura. No hay demasiadas protagonistas femeninas normales en nuestra vida. Hay que ser arrolladora, poderosa, fuerte, inteligente y, sobre todo, sexy. Es muy difícil sentirse cómoda en ese espejo. Imagino que el principio del cambio está en preguntarnos a nosotras mismas que nos gusta y dejar de mirarnos en otros. Sin embargo, por mi experiencia, sólo dos de cada diez chicas tienen las cosas claras en este sentido. El resto, ocho de cada diez, no perciben la violencia psicológica. Tampoco son conscientes de las desigualdades y no se sienten discriminadas hasta que acceden al mundo laboral"
-Hablando de protagonistas femeninas. ¿Cuáles han sido los referentes femeninos, esos espejos en los que le gusta o le gustaba mirarse?
"Podría hablar de muchos referentes feministas, pero no me quiero ir muy lejos ni ser demasiado teórica y quedarme en lo más 'casero'. Mis referentes profesionales más cercanos son mis compañeras en el Módulo y en Sortzen, Itziar Cantera y Norma Vázquez. Por otra parte, soy treintañera y para mí hay varios referentes audiovisuales alejados de barbies y princesas que es lo más habitual. Pippi Calzaslargas, por ejemplo. Era independiente, tenía criterio propio y hacía lo que le daba la gana. Era libre, diferentes y, lo más importante, se sentía muy orgullosa de ella misma. Parece broma, pero no. La verdad es un referente muy libertario. También me gustan algunas mujeres del cine más actual como la protagonista de Kill Bill o la de Millenium. Mujeres que no se dejan maltratar, pegar ni violar, que reaccionan. No justifico responder a la violencia con violencia, pero ellas tienen claro lo que no quieren y tienen un poder que no tiene nada que ver con lo sexual".
"Quería saber si era diferente. Tenía claro que las mujeres jóvenes les suena como del Pleistoceno aquello de que las más mayores no podían viajar sin el permiso del marido o sacar dinero de una cuenta en el banco, pero no estaba segura de que reconociesen igual otro tipo de violencia. Me preguntaba por qué las chicas a veces mantienen relaciones de noviazgo negativas si no hay dependencia económica ni convivencia, si parece tan sencillo dejarlo y a otra cosa mariposa".
-¿Y cuáles fueron sus conclusiones?
"Existe una violencia más psicológica que física muy relacionada con el control que las chicas saben que no es correcta pero que justifican dentro de la dinámica del amor, por llamarla de alguna manera. 'Los chicos son así', 'a mis amigas también les pasa', 'en el amor hay que renunciar'. Frases que parecen sacadas del siglo pasado pero que se siguen usando hoy en día como algo de lo más normal. Tres cuartas partes de las chicas no perciben la violencia de género como tal".
-¿Y eso a qué se debe? Porque parece claro que actualmente hay mucha más información y sensibilización alrededor de este tema...
"Yo creo que tienen claro que es la violencia física. Cuando un hombre pega, maltrata o tira por el balcón a una mujer no hay dudas. Pero hay un tipo de maltrato más sútil que ellas creen que tiene que ver con las relaciones de pareja. Cuando un chica acaba siendo 'la novia de...', por ejemplo, porque poco a poco ha perdido todas sus relaciones de amistad. Se sigue reproduciendo esa regla antigua de que el marido está por encima de la mujer".
-¿Sigue fallando la educación? ¿Se nos sigue educando a las mujeres para estar pendientes de otros?
"Se nos sigue educando para cuidar y para gustar al otro. 'Pórtate bien, sé buena chica. No te muevas tanto que llevas falda'. Parece que desde pequeñas tenemos que aprender que para ser buenas chicas no podemos hacer lo que nos de la gana. Y sobre todo, a las mujeres nos educan para buscar el amor como si fuese lo más importante de nuestra vida. Ser chico, joven y sin pareja es guay. Ser chica, joven y no tener pareja es sinónimo de rara y difícil. Es curioso porque las chicas creen que es amor el hecho de que sus novios las llamen continuamente al móvil para saber qué hacen y, sin embargo, al contrario, los chicos tienen claro que es una forma de control.
-¿A parte de la educación, qué otros factores influyen? Estoy pensando en todos esos estímulos externos: vídeos musicales, series de televisión, películas de cine que no es que ofrezcan ejemplos de roles muy igualitarios.
"Sí, en ese sentido, la cultura es esclavizante para nosotras. Solo hay que echar un vistazo a la industria de la moda. Casi todo lo que se pone una chica joven es para gustar al otro. Nos ponemos tacones con los que casi no podemos andar con tal de agradar al otro. Estamos tan habituadas a vernos en el ojo del otro que no nos damos cuenta. Y si ves vídeos, películas o escuchas canciones, te das cuenta de la presión que existe para renunciar a todo por amor o ser la más sexy del mundo. Pero cuidado, porque tampoco puedes ser calificada de 'guarrilla' o 'abrefácil'. Estos son términos que siguen utilizando los chicos.
-Me está pintando una juventud un tanto antigua, casi como nuestros padres, en algunos sentidos.
"Es que son muy clásicos. A las chicas que se acuestan con quien quieren se les sigue catalogando como putas. Es así de triste y denota una clara falta de libertad sexual"
-Hemos hablado de cultura, educación, roles imperantes. Siempre tengo la impresión de que a veces parece como si la mujer tuviese que asistir impávida a una realidad que no puede cambiar. ¿Qué grado de responsabilidad tienen las chicas jóvenes en su propia transformación?
"Los roles están muy marcados. O puta o santa. Y aunque no son inamovibles, están tan normalizados que cuesta darse cuenta de que se pueden hacer las cosas de otra manera. Y luego está el hecho de que ninguna adolescente quiere ser la rara, sino la guay y para eso hay que aceptar el rol femenino imperante. El problema principal es que no se pueden cambiar las cosas hasta que no vemos que algo falla, hasta que no nos damos cuenta de que el mundo nos pone en una posición por el hecho de ser mujer".
-Para que las chicas jóvenes se enteren, ¿qué señales de alarma le estarían diciendo que no está en una relación de noviazgo sana, de igual a igual?
"La señal de alarma más clara es cuando la chica pierde el círculo de amistad o las aficiones que tenía antes de empezar a salir con el chico. Otra señal peligrosa son los celos que conllevan decirle que no hable con otros chicos o con un ex, por ejemplo. El control de la forma de vestir o llamar continuamente para saber dónde está y qué hace también debería ponerles en alerta. Y algo que está muy normalizado es pensar que lo que le pasa son 'chorradas de chicas' o no pedirle perdón o quitarle importancia. Puede que sea una violencia más pasiva que otras, pero es igual de grave. Y últimamente está muy de moda hacer 'pruebas de amor' que, en realidad son chantajes emocionales. Nos llamó especialmente la atención el caso de una chica a la que el novio llamó a las dos de la mañana para decirle que había tenido un accidente de tráfico y comprobar si ella era capaz de ir al hospital a esas horas. Cuando ella llegó, la volvió a llamar para decirle que era mentira".
-La pregunta es que hizo ella...
"Se sintió engañada, pero no le dió importancia. Sólo con el paso del tiempo, se dió cuenta de que eso no tenía nada que ver con el amor".
-¿Qué le dice en sus cursos a una chica joven cuando está convencida de que detrás de todo eso no hay una renuncia, sino una elección personal?
"Le devuelvo la pregunta de si realmente lo está haciendo porque quiere o porque cree que las cosas tienen que ser así. A mí lo que me llama poderosamente la atención es que no se preguntan qué quieren porque están centradas en lo que quiere el otro".
-Sinceramente, parece que está hablando de otra generación. Cuesta creer que en mujeres de 25 o 30 años siga reproduciéndose ese modelo más asociado con nuestras madres o abuelas.
"Lo cierto es que, por mi experiencia como psicóloga, veo que en el momento en que las mujeres jóvenes empiezan a tener relaciones sentimentales, su mundo se centra en eso. Es algo que les pasa a ellas y no a ellos. Ellos no renuncian a amistades ni aficiones. Ellas sí. El mundo acaba siendo él y su relación con él. Las chicas acaban viviendo para la relación. Y dicho así, parecemos tontas, la verdad, pero es el modelo de amor que nos han vendido. Lo reproducimos casi sin darnos cuenta".
-¿Qué habría que empezar a cambiar?
"Volvemos a la cultura. No hay demasiadas protagonistas femeninas normales en nuestra vida. Hay que ser arrolladora, poderosa, fuerte, inteligente y, sobre todo, sexy. Es muy difícil sentirse cómoda en ese espejo. Imagino que el principio del cambio está en preguntarnos a nosotras mismas que nos gusta y dejar de mirarnos en otros. Sin embargo, por mi experiencia, sólo dos de cada diez chicas tienen las cosas claras en este sentido. El resto, ocho de cada diez, no perciben la violencia psicológica. Tampoco son conscientes de las desigualdades y no se sienten discriminadas hasta que acceden al mundo laboral"
-Hablando de protagonistas femeninas. ¿Cuáles han sido los referentes femeninos, esos espejos en los que le gusta o le gustaba mirarse?
"Podría hablar de muchos referentes feministas, pero no me quiero ir muy lejos ni ser demasiado teórica y quedarme en lo más 'casero'. Mis referentes profesionales más cercanos son mis compañeras en el Módulo y en Sortzen, Itziar Cantera y Norma Vázquez. Por otra parte, soy treintañera y para mí hay varios referentes audiovisuales alejados de barbies y princesas que es lo más habitual. Pippi Calzaslargas, por ejemplo. Era independiente, tenía criterio propio y hacía lo que le daba la gana. Era libre, diferentes y, lo más importante, se sentía muy orgullosa de ella misma. Parece broma, pero no. La verdad es un referente muy libertario. También me gustan algunas mujeres del cine más actual como la protagonista de Kill Bill o la de Millenium. Mujeres que no se dejan maltratar, pegar ni violar, que reaccionan. No justifico responder a la violencia con violencia, pero ellas tienen claro lo que no quieren y tienen un poder que no tiene nada que ver con lo sexual".
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