“Noe no me come”
Esta es la frase comercial de una “famosa” marca de
muñecas para vender este producto llamado Noe. El vídeo promocional no tiene
desperdicio y, como estamos en fechas de compras de juguetes, entre ayer por la
tarde y un rato de esta mañana me “he dado un paseo” por los principales
catálogos de juguetes de este año. El resultado sigue siendo desalentador:
Hemos avanzado muy poco por no decir nada en materia de igualdad entre niñas y
niños. O dicho de otro modo: los juguetes siguen reproduciendo los estereotipos
de género de toda la vida.
En los juguetes destinados a la primera infancia se sigue
utilizando los colores para “marcar” si son niñas o niños, aunque irrumpen
otros como el verde o el amarillo para compensar un poco los azules y rosas.
Pero a medida que avanzamos, el rosa inunda el apartado
de muñecas y materiales que proponen jugar a ser mayores hasta provocar dolor
en los ojos. Es un horror.
De las muñecas me encargaré después, pero en aquellas
propuestas que pretenden hacer jugar a ser mayores, sobre todo destinadas a las
niñas, aparte del color rosa de Disney, que es un horror, sólo se proponen
actividades heteroasignadas y especialmente las cocinas súper equipadas que van
acompañadas de imágenes de niñas jugando a preparar platos o haciendo la
compra. Tampoco pueden faltar las planchas y las lavadoras con niñas
utilizándolas, por supuesto. En esta sección sólo aparece una foto de un niño
con el carro de la compra y sonriendo a las dos niñas que ejercen el papel de
vendedoras. Nada nuevo bajo el sol, desgraciadamente.
En la sección de manualidades, vuelve el rosa con fuerza
y nos encontramos que la mayoría de propuestas son para crear abalorios como
pulseras de letras, sets de maquillajes, de peluquería, todo tipo de artilugios
para la belleza femenina. Ni una sola propuesta coeducativa. Ni un solo juego
de alfarería, por ejemplo. Nada.
En los juegos de mesa y científicos, es menos explícito
en fotografías pero predominan los colores azules y turquesas. Y una
curiosidad. En esta sección nos encontramos con una propuesta que es un set de
anatomía de once piezas y está diseñado para criaturas a partir de ocho años y
la sorpresa es que es un cuerpo completamente asexuado. No aparecen en la parte
desmontable ni en la fija, ningún órgano sexual ni reproductivo de mujeres u
hombres. Nada. ¿Cómo pretendemos educar a nuestras criaturas desde la más
tierna edad en el conocimiento de sus cuerpos si los escondemos de esta manera?
Continuo por este viaje que de verdad genera mucho
rechazo y llegamos al apartado de figuras y escenarios, o algo parecido. El
apartado de los superhéroes. Y digo bien son ellos, los superhéroes masculinos,
los modelos a seguir, los que luchan contra el mal para salvar la
humanidad….Eso sí, con todos sus artilugios de espadas, pistolas,
ametralladoras,…todos bien pertrechados para las batallas que han de venir.
Todo un modelo de ejemplo de valores de paz, tolerancia, resolución pacífica de
conflictos, respeto, etc… Sin más comentarios.
Y llegamos al apartado de muñecas. Terrible. Horrible. Y
sean de las marcas que sean. Las hay de todos los colores, precios, modelos, y
todas con sus accesorios destinados al entretenimiento de las niñas. Y más que
entretenimiento yo diría que al aprendizaje de las niñas en las tareas que se
espera que realicen a lo largo de sus vidas. ¿Sabían que ya están en el mercado
las muñecas hijas de personajes famosos de los cuentos clásicos? Son las hijas
de Blancanieves, Cenicienta, la Bella Durmiente y de la malvada Madrastra de
Blancanieves y todas ellas, por supuesto, complementadas con las
características de sus famosas madres y, por tanto despojadas de sus cualidades
propias. También hay un muñeco que es el hijo del cazador del cuento de
Blancanieves. Por lo visto el formato masculino tiene menos salida, a pesar de
que también le han despojado de sus propias cualidades para encarnar las de su
padre. Vomitivo en todos los sentidos.
Y, por supuesto está Noe, la muñeca que no come y en cuyo
vídeo promocional podemos ver a las niñas cómo tienen la ropita tendida,
preparan papillas y retan al público a ver si Noe, al final come.
No pensaba que esto fuera tan deprimente. Han pasado
muchos años para que todo esto no haya cambiado casi nada.
Sobre el papel de los juguetes en nuestras vidas no voy a
profundizar puesto que no soy experta en el tema, pero lo que si que sigo
viendo en todo esto son las enormes fauces del patriarcado extendiendo sus
redes para que todo siga igual y que el sistema androcéntrico y sus privilegios
no se vean amenazados ni siquiera en su aspecto más simbólico.
Es cierto y no puedo negarlo que también van apareciendo
otros modelos minoritarios de juegos en grupos de iguales, en donde se practica
la solidaridad, la equidad y otros valores que no son la competitividad y el ir
matando por la vida o buscando príncipes que os rescaten de nuestras propias
vidas. Pero estos nuevos modelos de juegos deben contar con unas férreas
creencias del entorno de las criaturas que las protejan del resto del grupo,
puesto que se corre el peligro de que el resto de la “manada” aísle a esa
criatura por diferente.
Sería necesario reflexionar como sociedad cada vez que
regalamos un juguete, qué es realmente lo que estamos regalando, puesto que a
veces, con la mejor intención, lo que regalamos son patrones de desigualdad, de
modelos sociales que queremos combatir por ser discriminatorios en muchos
sentidos.
Estamos en plena campaña de compra de juguetes para la
Navidad y los Reyes Magos y desde este humilde espacio sugiero que, con
pequeños actos como la reflexión del fin último que pretendemos al regalar esos
juguetes, quizás ayudemos a nuestras niñas y niños a vivir en un mundo más
equitativo, más justo, más afectivo y con valores que promuevas actitudes
realistas, pacifistas, relaciones más simétricas y menos privilegios para unos
y menos sumisión para otras.
¿Es una utopía? Quizás lo sea, pero sin creer y luchar
para que esas utopías dejen de serlo para convertirse en realidades sería muy
duro levantarse por las mañanas.
Hay algunas niñas que ya no quieren ser princesas. Y eso
ya no es utopía. Os dejo este enlace para que lo comprobéis. Seguro que os saca
una sonrisa. Este es el enlace:
Ontinyent,
1 de diciembre de 2013.
Teresa
Mollá Castells
tmolla@telefonica.net
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