Si, ya sé que esta semana “no tocaba” escribir, pero
mañana conmemoramos el Día Internacional para la Eliminación de la Violencia
contra las Mujeres y no he querido dejar pasar la oportunidad de expresarme.
La semana estará plagada de actos, manifestaciones,
charlas, exposiciones, etc…y en algunas de estas actividades participaré de
diferentes maneras.
Las que ya tenemos una cierta edad sabemos que esta fecha
se incorporó recientemente a la agenda feminista. Que fue el 17 de diciembre de
1999 cuando la Asamblea General de Naciones Unidas, en su resolución 54/154.
Podría decirse que la conmemoración de este día nació con el nuevo siglo.
Desde entonces se ha avanzado bastante en lo que a
legislación se refiere y también y sobre todo desde las organizaciones de
mujeres, en prevención y sensibilización.
Pero los terroristas machistas siguen amparados por una
red invisible pero resistente que les ampara. Y el hilo de esa red se llama
silencio. Porque pese a los más de cincuenta asesinatos que el terrorismo
machista ha llevado a cabo sólo en lo que llevamos de año, las voces
institucionales siguen calladas y practicando otro tipo de violencia hacia las
mujeres que es más invisible, cuesta bastante más de detectar, pero que se
manifiesta cada día en nuestras vidas de mujeres. Se trata de la violencia de
género estructural.
Este tipo de violencia que todo lo imbuye, es difícil
(que no imposible) de detectar y de denunciar porque hay demasiados intereses
en juego para descubrirla. Y los intereses son de todo tipo y, por supuesto
entran en juego agentes sociales, económicos, culturales, políticos,
religiosos, etc…
El hecho de que se pretenda tutelar nuestro cuerpo en
aras a unas justificaciones morales para que no podamos decidir libremente
sobre nuestras maternidades, es un clarísimo ejemplo de la violencia de género
que está ejerciendo el Estado, con las indicaciones y premisas de la curia católica
y sus dirigentes de faldas largas y negras, vociferándolo a los cuatro vientos.
El hecho de que aparezcan ofertas de trabajo segregando
sobre situaciones familiares o no, como ha ocurrido esta semana de forma
explícita en un periódico, pero que además ocurre cada día que una mujer es
entrevistada para un puesto de trabajo, también es violencia de género
estructural, puesto que se sigue presuponiendo que las responsabilidades
familiares han de recaer en las espaldas de las mujeres y esto conllevará un
mayor absentismo laboral.
La congelación y casi muerte de las ayudas de la Ley de
Dependencia, es otra manera de ejercer violencia de género estructural contra
las mujeres, puesto que son ellas las que han de asumir mayoritariamente, las
tareas de cuidado y acompañamiento de las personas dependientes y han de
regresar al hogar a realizar esos cuidados y ahora de forma gratuita, puesto
que las ayudas que se contemplan en la ley para las personas cuidadoras,
también han desaparecido, al igual que su formación. Y eso se lo debemos
también a nuestros Gobiernos.
Estos son tres ejemplos de cómo cada mañana, al
levantarnos ya nos encontramos de forma universal todas las mujeres sin
excepción con estos tipos de violencia que, por invisible, es menos detectable,
pero no menos dañina, puesto que va calando en la sociedad y esta, de nuevo la
va justificando como algo “natural” o cultural.
El patriarcado se camufla de muchas maneras, ya lo hemos
dicho en varias ocasiones, pero lo peor de ese camuflaje es que puede llegar a
confundirse con algo más moderno, con el Neomachismo que está haciendo
estragos, sobre todo entre la gente más joven y que lleva implícita la
dominación de las mujeres a cualquier precio y eso, es violencia machista,
cuando no terrorismo machista, siempre, se quiera camuflar como se quiera.
El terrorismo machista ha matado en los últimos años más
que el terrorismo político y/o religioso, pero al respecto hay un pacto
institucional y androcéntrico para no llamarlo por su nombre: Terrorismo
Machista. Y ese pacto llega no sólo a TODAS las instituciones del Estado, sino,
también a otras asociaciones, movimientos, organizaciones, etc, que no pueden
ni escuchar hablar de este tipo de terrorismos sin que les salgan sarpullidos.
Y, quiero pensar que no se trata sólo de un tema económico de responsabilidad
del Estado por no haber protegido la vida de sus ciudadanas asesinadas, sino
que va mucho más allá y que concierne básicamente a una estructura mental
colectiva que sigue siendo androcéntrica y patriarcal hasta la médula, porque
no es normal que alguna persona vinculada con el mundo de la judicatura y con
responsabilidades públicas pueda afirmar “que no se pude considerar terrorismo
porque detrás no hay ni intención ni estructura política que sustente estas
acciones”. Hay que fastidiarse!!! Y mientras y desde 1995 ya son 1251 las
mujeres asesinadas, y ¿A eso cómo se le llama? Y, además, quiero insistir en
una pregunta que para mí es fundamental: ¿Cómo se reaccionaria en el Estado
Español si en lugar de más de cincuenta mujeres que han sido asesinadas este
año o las más de mil doscientas cincuenta asesinadas en los últimos quince
años, fueran hombres? ¿Tendría el mismo tratamiento social, jurídico,
religioso, político, etc…? Seguramente NO, y eso es lo que más duele constatar:
Que la vida de las mujeres sigue teniendo un menor valor que la de los hombres
incluso en estados llamados modernos.
No quería ni podía dejar de escribir en un día como hoy
en donde el neomachismo ataca con fuerza haciendo de las denuncias falsas una
bandera que no se justifica de ninguna manera.
En un día en
donde la violencia estructural y silenciosa nos afecta a todas las mujeres. En
un día en donde el silencio de quienes nos (des)gobiernan les hace cómplices
que cada asesinato, de cada agresión.
En un día en
que cada sentencia que cuestiona o no aplica la legalidad vigente en materia de
terrosismo machista es otro paso a la justificación de estos asesinatos y a
aumentar la brecha del valor de la vida de hombres y mujeres.
En un día en el
que los de faldas largas y negras se preparan para venerar a su modelo de
mujer, María, sin acordarse de que muchas mujeres son agredidas en todos los
sentidos como consecuencia de sus consejos en los confesionarios y que siguen
sin denunciar este tipo de asesinatos, pero cuestionan nuestro derecho a ser
madres o no.
En un día en
donde seguramente muchas mujeres estarán sufriendo lo indecible en sus hogares
y nadie las podrá escuchar porque sus gritos se han vuelto silenciosos e
incluso sordos, para una sociedad que permite que más de cincuenta mujeres sean
asesinadas al año sin exigir explicaciones a sus gobernantes.
En un día en
donde el silencio se convierte el gritos atronadores de rabia, dolor,
consternación e impotencia ante tanto dolor que sigue siendo intencionadamente
invisible para demasiada gente.
El dolor y la
rabia me empujan a gritar una vez más BASTA YA de tanto silencio cómplice!!!!
Se llama
TERRORISMO MACHISTA le pese a quien le pese y sigue matando más que el
terrorismo político y/o religioso.
BASTA YA DE
TERRORISMO MACHISTA!!!!!
Ontinyent, 24
de noviembre de 2013.
Teresa Mollá
Castells
tmolla@telefonica.net
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