J.L.R. - sábado, 23 de noviembre de 2013
'Democracia y subjetividad masculina. Una reflexión desde la Filosofía política' es el título de la tesis doctoral que ha merecido la calificación de Sobresaliente Cum Laude.
Colaborar con Alicia Puleo durante su carrera y conocer la Teoría de Género a través de ella fue, sin duda, una primera y gran motivación de este filósofo para realizar la tesis doctoral sobre la subjetividad de los hombres. Los estudios sobre la masculinidad hegemónica y las nuevas masculinidades se convirtieron en su principal foco de interés. Cuando comenzó a leer estudios pudo observar que, como señala Anthony Clare, los hombres somos los principales protagonistas de la conducta antisocial en todo el mundo y que las víctimas de las culturas masculinas de dominación son fundamentalmente las mujeres y los y las menores.
¿Es éste el planteamiento inicial de su tesis?
Sí, parto de un hecho sociológico contrastado y planteo la siguiente hipótesis: ¿Cómo es posible que los hombres que viven en las modernas democracias occidentales sigan desarrollando resistencias contra el avance hacia la igualdad efectiva, coartando así el desarrollo de unos principios que supuestamente han constituido los pilares de su educación? ¿Por qué algunos hombres -no todos, pero sí demasiados- ejercen una cruel dominación de las mujeres, atentando contra sus derechos humanos?
Para formular mi diagnóstico me apoyo en ciencias duras como la Neuroendocrinología, pero también en ciencias sociales como la Antropología y la Sociología. De la Neuroendocrinología tomo estudios muy interesantes que demuestran que los factores biológicos no son determinantes en relación con la conducta violenta de los hombres. Es decir, que no somos violentos por naturaleza, sino por educación. ¿Cómo se construye la masculinidad en nuestras modernas democracias occidentales? La Antropología y la Sociología nos muestran que en nuestras sociedades sigue sin existir igualdad social entre hombres y mujeres. Hemos logrado la igualdad ante la ley, pero sigue existiendo una desigualdad en los recursos de poder que se acrecienta cuanto más elevado es el estatus social de las personas, hasta el punto de que las élites sociales son casi exclusivamente masculinas. Es lo que la socióloga Ana de Miguel ha definido como apariencia de igualdad o lo que Alicia Puleo, mi directora de tesis, define desde la Filosofía como patriarcados de consentimiento. En consecuencia, mi diagnóstico sobre la socialización masculina es que somos educados en una contradicción de valores.
¿Puede explicar cómo se reproduce esa cultura masculina del dominio?
Esto atañe a la idea central de mi tesis que denomino la pragmática del control, una idea propiamente filosófica. Sostengo que los hombres hemos sido históricamente educados para ser sujetos agentes en la esfera social pública y, aquí, la norma cultural es el autocontrol de nuestras emociones. Este autocontrol nos dispondría hacia el control de otras personas, especialmente de las mujeres en la medida en que nuestra cultura las sigue representando como más afectivas y dependientes. Por otro lado, parece que existen ámbitos donde el control deja de ser una norma social para los hombres, como el espacio privado o la propia sexualidad. De hecho, el mito del campeón sexual sigue teniendo plena actualidad. Así, parece que uno es más hombre cuanto más apetito sexual tiene.
En la tesis explico cómo y en qué prácticas se reproduce esta norma en la actualidad de nuestras sociedades. Por supuesto, no todos los varones desarrollan por igual ni en la misma medida esta norma cultural. De hecho, tenemos también la influencia de los principios democráticos que conforman una idea clara de lo que es justo y de lo que no lo es. Pero todos interiorizamos la cultura masculina del dominio en cierta medida. Si no fuera así, no seguirían existiendo tantas resistencias hacia la igualdad, o el feminismo no estaría tan mal visto socialmente.
Su objetivo, entonces, es dar una explicación cultural sobre las causas del ejercicio de la violencia por parte de los hombres hacia las mujeres
Ese era mi objetivo inicial, sólo que para cumplirlo mínimamente tuve que desarrollar una amplia investigación sobre la subjetividad masculina en general y sobre sus características en nuestras sociedades occidentales en particular. Ahora bien, este estudio también me ha permitido fundamentar ciertas propuestas de cambio hacia modelos igualitarios de masculinidad.
¿Cree que su estudio viene a cubrir algún vacío?
Creo que contribuyo con una explicación integradora y consistente acerca de muchos aspectos que no estaban lo suficientemente explicados en su interrelación. El modelo de cambio que propongo, una masculinidad co-responsable y cuidadora, ya ha sido propuesto dentro de los grupos de Hombres por la Igualdad, pero en mi tesis lo fundamento desde las mismas bases teóricas desde las que enjuicio la masculinidad hegemónica: los principios democráticos que sustentan el orden cívico de nuestras sociedades. Además, estas bases teóricas han sido desarrolladas desde la Teoría Feminista y por pensadoras feministas y creo que es una cuestión de justicia que se vean reconocidas en esto.
¿Se puede decir que es feminista? ¿No podría esto generar rechazo en otros hombres?
Si el pensamiento feminista genera rechazo en los hombres o la sociedad en general es fundamentalmente por dos motivos: porque se desconoce su sentido y sus reivindicaciones, o porque existen resistencias frente a la consecución efectiva de la igualdad entre los sexos. O, bien, por ambos motivos.
El feminismo lo entiende entonces como una teoría científica no como un movimiento social
Es ambas cosas, un marco interdisciplinar de estudios científicos y también un movimiento social. De hecho, ambas facciones se comunican, entretejen e interrelacionan, aún en su pluralidad y diversidad constitutivas.
¿Cuáles son el presente y el futuro de la Asociación Codo a Codo, de la que es cofundador?
Después de tres años frenéticos de trabajo en los que participamos en múltiples jornadas de sensibilización y en congresos, organizamos exposiciones fotográficas, concursos escolares, una jornada para el Consejo de la Juventud, hemos bajado un poco el listón. Pero no estamos parados, nos hemos integrado en la Plataforma por los Derechos de las Mujeres y seguimos colaborando y participando en las acciones sociales que desde ésta se realizan. Cuando el tiempo nos lo permita a todos, volveremos a realizar acciones específicas para hombres, y es que éstas son importantes porque la sensibilización hacia los problemas de la segregación sexual puede ser más efectiva si media la empatía entre hombres.
De cara al Día Internacional contra la Violencia de Género, ¿puede aportar alguna reflexión?
La única reflexión posible es que tenemos que seguir alerta, informándonos e informando, luchando por que la Teoría de Género se integre también en la Educación Primaria y Secundaria, apoyando a las mujeres en su lucha por la igualdad y reivindicando que esto es simplemente una cuestión de justicia, y que sin la participación activa de los hombres no se puede conseguir.
¿Es éste el planteamiento inicial de su tesis?
Sí, parto de un hecho sociológico contrastado y planteo la siguiente hipótesis: ¿Cómo es posible que los hombres que viven en las modernas democracias occidentales sigan desarrollando resistencias contra el avance hacia la igualdad efectiva, coartando así el desarrollo de unos principios que supuestamente han constituido los pilares de su educación? ¿Por qué algunos hombres -no todos, pero sí demasiados- ejercen una cruel dominación de las mujeres, atentando contra sus derechos humanos?
Para formular mi diagnóstico me apoyo en ciencias duras como la Neuroendocrinología, pero también en ciencias sociales como la Antropología y la Sociología. De la Neuroendocrinología tomo estudios muy interesantes que demuestran que los factores biológicos no son determinantes en relación con la conducta violenta de los hombres. Es decir, que no somos violentos por naturaleza, sino por educación. ¿Cómo se construye la masculinidad en nuestras modernas democracias occidentales? La Antropología y la Sociología nos muestran que en nuestras sociedades sigue sin existir igualdad social entre hombres y mujeres. Hemos logrado la igualdad ante la ley, pero sigue existiendo una desigualdad en los recursos de poder que se acrecienta cuanto más elevado es el estatus social de las personas, hasta el punto de que las élites sociales son casi exclusivamente masculinas. Es lo que la socióloga Ana de Miguel ha definido como apariencia de igualdad o lo que Alicia Puleo, mi directora de tesis, define desde la Filosofía como patriarcados de consentimiento. En consecuencia, mi diagnóstico sobre la socialización masculina es que somos educados en una contradicción de valores.
¿Puede explicar cómo se reproduce esa cultura masculina del dominio?
Esto atañe a la idea central de mi tesis que denomino la pragmática del control, una idea propiamente filosófica. Sostengo que los hombres hemos sido históricamente educados para ser sujetos agentes en la esfera social pública y, aquí, la norma cultural es el autocontrol de nuestras emociones. Este autocontrol nos dispondría hacia el control de otras personas, especialmente de las mujeres en la medida en que nuestra cultura las sigue representando como más afectivas y dependientes. Por otro lado, parece que existen ámbitos donde el control deja de ser una norma social para los hombres, como el espacio privado o la propia sexualidad. De hecho, el mito del campeón sexual sigue teniendo plena actualidad. Así, parece que uno es más hombre cuanto más apetito sexual tiene.
En la tesis explico cómo y en qué prácticas se reproduce esta norma en la actualidad de nuestras sociedades. Por supuesto, no todos los varones desarrollan por igual ni en la misma medida esta norma cultural. De hecho, tenemos también la influencia de los principios democráticos que conforman una idea clara de lo que es justo y de lo que no lo es. Pero todos interiorizamos la cultura masculina del dominio en cierta medida. Si no fuera así, no seguirían existiendo tantas resistencias hacia la igualdad, o el feminismo no estaría tan mal visto socialmente.
Su objetivo, entonces, es dar una explicación cultural sobre las causas del ejercicio de la violencia por parte de los hombres hacia las mujeres
Ese era mi objetivo inicial, sólo que para cumplirlo mínimamente tuve que desarrollar una amplia investigación sobre la subjetividad masculina en general y sobre sus características en nuestras sociedades occidentales en particular. Ahora bien, este estudio también me ha permitido fundamentar ciertas propuestas de cambio hacia modelos igualitarios de masculinidad.
¿Cree que su estudio viene a cubrir algún vacío?
Creo que contribuyo con una explicación integradora y consistente acerca de muchos aspectos que no estaban lo suficientemente explicados en su interrelación. El modelo de cambio que propongo, una masculinidad co-responsable y cuidadora, ya ha sido propuesto dentro de los grupos de Hombres por la Igualdad, pero en mi tesis lo fundamento desde las mismas bases teóricas desde las que enjuicio la masculinidad hegemónica: los principios democráticos que sustentan el orden cívico de nuestras sociedades. Además, estas bases teóricas han sido desarrolladas desde la Teoría Feminista y por pensadoras feministas y creo que es una cuestión de justicia que se vean reconocidas en esto.
¿Se puede decir que es feminista? ¿No podría esto generar rechazo en otros hombres?
Si el pensamiento feminista genera rechazo en los hombres o la sociedad en general es fundamentalmente por dos motivos: porque se desconoce su sentido y sus reivindicaciones, o porque existen resistencias frente a la consecución efectiva de la igualdad entre los sexos. O, bien, por ambos motivos.
El feminismo lo entiende entonces como una teoría científica no como un movimiento social
Es ambas cosas, un marco interdisciplinar de estudios científicos y también un movimiento social. De hecho, ambas facciones se comunican, entretejen e interrelacionan, aún en su pluralidad y diversidad constitutivas.
¿Cuáles son el presente y el futuro de la Asociación Codo a Codo, de la que es cofundador?
Después de tres años frenéticos de trabajo en los que participamos en múltiples jornadas de sensibilización y en congresos, organizamos exposiciones fotográficas, concursos escolares, una jornada para el Consejo de la Juventud, hemos bajado un poco el listón. Pero no estamos parados, nos hemos integrado en la Plataforma por los Derechos de las Mujeres y seguimos colaborando y participando en las acciones sociales que desde ésta se realizan. Cuando el tiempo nos lo permita a todos, volveremos a realizar acciones específicas para hombres, y es que éstas son importantes porque la sensibilización hacia los problemas de la segregación sexual puede ser más efectiva si media la empatía entre hombres.
De cara al Día Internacional contra la Violencia de Género, ¿puede aportar alguna reflexión?
La única reflexión posible es que tenemos que seguir alerta, informándonos e informando, luchando por que la Teoría de Género se integre también en la Educación Primaria y Secundaria, apoyando a las mujeres en su lucha por la igualdad y reivindicando que esto es simplemente una cuestión de justicia, y que sin la participación activa de los hombres no se puede conseguir.
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