Gracias, maestras.
Como bloguera de guardia, había pensado escribir sobre un tema que me tiene coleccionando fotos desde hace unos años: los símbolos de los baños en bares y demás establecimientos. Os aconsejo que os fijéis y, sobre todo, que tengáis cuidado si hacéis fotos porque ya me han puesto alguna que otra cara rara cuando me ven, cámara en mano, apuntando hacia la puerta de los baños de hombres.
Pero este tema se tendrá que quedar para más adelante, porque no se puede escribir de otra cosa, esta semana, que del fallecimiento de dos grandes maestras de quienes estamos en estos senderos de la igualdad: Victoria Sau y Doris Lessing.
Dos mujeres referentes, aunque en grado diferente, no sólo por la cercanía de idioma y país con Victoria Sau, sino porque Doris Lessing en sus últimos años parece que renegó, en algún sentido, del feminismo.
Pero este tema se tendrá que quedar para más adelante, porque no se puede escribir de otra cosa, esta semana, que del fallecimiento de dos grandes maestras de quienes estamos en estos senderos de la igualdad: Victoria Sau y Doris Lessing.
Dos mujeres referentes, aunque en grado diferente, no sólo por la cercanía de idioma y país con Victoria Sau, sino porque Doris Lessing en sus últimos años parece que renegó, en algún sentido, del feminismo.
De todas formas, no me importan esas últimas acciones de Doris Lessing, lo que yo siento es cierta orfandad como feminista. Siempre he admirado a las grandes maestras y, a la vez, siempre he protestado por pertenecer a la generación intermedia que parecía que no hacíamos nada. Cuando se hablaba, delante de nosotras, de que las jóvenes se tenían que unir al feminismo era como que nosotras no éramos jóvenes; pero tampoco maestras, tampoco referentes, una especie de acólitas para siempre.
Como he dicho, siempre he admirado a las maestras del feminismo, las que nos metieron el gusanillo de la igualdad dentro, las que vivieron en tiempos más difíciles que los nuestros y tuvieron el valor de enfrentarse, cada una desde donde pudo, con lo establecido, las que nos mostraron que el mundo de la cultura y el estudio era el camino para poder afrontar cualquier discusión con dignidad.
Esta semana han fallecido dos, pero son muchas las que lo han hecho antes. Aún así, hay personas que nunca mueren, que se mantienen en el simbólico colectivo de todas nosotras, que nos sustentan con las palabras que sobreviven a los cuerpos, que nos acompañan porque sus argumentos y sus trabajos nos dan la razón.
Gracias, maestras, gracias por aportarnos tanto, en nuestra mano está que nunca seais olvidadas. La feministas de la siguiente generación, que hemos mamado de vuestros libros y vuestros estudios, estamos preparadas para continuar en la brecha. Gracias, maestras.
Gracias, maestras, gracias por aportarnos tanto, en nuestra mano está que nunca seais olvidadas. La feministas de la siguiente generación, que hemos mamado de vuestros libros y vuestros estudios, estamos preparadas para continuar en la brecha. Gracias, maestras.
Marian Moreno Llaneza, bloguera de guardia.
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