AGNES PEYIO
EN LUCHA CONTRA LA MUTILACIÓN GENITAL
EN LUCHA CONTRA LA MUTILACIÓN GENITAL
La Organización Mundial de la Salud estima que en el mundo hay más de 100 millones de mujeres que han padecido la mutilación genital femenina. La gran mayoría de estas mujeres se encuentra en África, siendo países como Sudán, Somalia y Egipto, donde estas prácticas afectan a un porcentaje más alto de la población.
Elegida como mujer del año por Naciones Unidas en Kenia, Agnes Pareyio es una activista social de origen masai que se dedica a visitar las escuelas de su comunidad para luchar contra la ablación de clítoris. Con una vagina de madera y una serie de gráficos, se dirige a los estudiantes, tanto varones como mujeres, para concienciarlos sobre los trastornos físicos y psicológicos que produce esta tradición. Sus charlas provocan al principio risas y vergüenza, pero lo cierto es que deja una impronta en los jóvenes, ya que al final de la exposición permanecen en silencio.
Además, Agnes cuenta con un centro de acogida destinado a las niñas que huyen de sus casas para evitar sufrir la mutilación genital femenina, y actúa como intermediaria con sus familias. Infatigable en su deseo de salvaguardar la salud de las menores, se desplaza a las chozas de paja y adobe y habla con los padres y abuelos. Intenta convencerlos de lo dañino que resulta este ritual, símbolo del pasaje de la infancia a la edad adulta. “Para los masai, una joven no está lista para casarse si no se le ha practicado la ablación. Los hombres no las quieren entre sus esposas, y la familia no recibe la dote que se suele entregar a cambio”, explica Agnes. “Yo trato de alentar a la gente a que adopte rituales simbólicos, que no impliquen poner en riesgo la salud de las mujeres, como sucede con la mutilación genital, que las perjudica enormemente a la hora de mantener relaciones sexuales o de dar a luz”.
Existen diversos tipos de mutilación genital femenina. La más cruenta es la infibulación, que consiste en la extirpación no sólo del clítoris y los labios menores, sino también de los labios mayores. A continuación, se suturan los costados de la vagina con fibras vegetales, alambres o hilo de pescar, dejando tan sólo un orificio para el paso de la orina y la sangre menstrual. La infibulación representa el 15% de todas las intervenciones. Se practica en Sudán, Eritrea, Yibuti, Somalia, Etiopía y Malí. Su objetivo es preservar la castidad de las jóvenes hasta el matrimonio.
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