JODY WILLIAMS
EL FINAL DE LAS MINAS ANTIPERSONA
EL FINAL DE LAS MINAS ANTIPERSONA
Ganadora del premio Nobel de la Paz por su compromiso para acabar con las minas antipersona, Jody Williams ha dedicado la mayor parte de su vida a tratar de terminar con la violencia en el mundo.
Conmovida por los terribles efectos de estas armas, Jody Williams lanzó en 1992 la Campaña Internacional para la Prohibición de las Minas Antipersona en coordinación con seis ONG. Iniciativa que en una extraordinaria suma de voluntades pasó en poco tiempo a estar integrada por más de 1.300 organizaciones de 95 países. El resultado de este esfuerzo colectivo se alcanzó en 1997 con la firma del Tratado de Ottawa, que prohíbe el uso de las minas antipersona.
“Si bien el tratado de Ottawa ha significado un gran avance para terminar con las minas antipersona, no debemos olvidar que el trabajo de retirada de las minas y destrucción de los arsenales continúa, y que hay países como EEUU, Rusia y China que no lo han firmado”, afirma esta estadounidense que recibió el premio Nobel de la Paz como fundadora y coordinadora de esta campaña a la que en 2008 siguió otra también muy importante, que a través de la Convención de Oslo intenta erradicar las bombas de racimo.
El activismo por la paz de Jody Williams comenzó con la guerra de Vietnam, y siguió en América Central durante los años ochenta, cuando se dedicó a concienciar sobre los efectos de la política de EEUU en la región. En 2007 lideró una misión del Consejo de Derechos Humanos de la ONU para investigar los crímenes de guerra en Darfur. Al frente de la organización Nobel Women'sInitiative, de la que forma parte junto a otras ganadoras del premio Nobel - Rigoberta Menchu, Wangari Maathai, Betty Williams, Mairead Maguir y Shirin Ebadi - trabaja para dar reconocimiento a las mujeres que luchan por cambiar el mundo en ámbitos como la justicia, la igualdad y la paz.
Una mina antipersona sigue latente hasta medio siglo después de haber sido activada. Se estima que alcanzan los 110 millones de artefactos y que están presentes en 74 países y territorios, entre ellos Vietnam, la antigua Yugoslavia y Sierra Leona. Unas 20 mil personas sufren sus devastadores efectos directos cada año, el 85% son civiles. El precio de colocar una mina antipersona es de dos euros, mientras que el coste por retirarla supera los 700 euros.
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